jueves, 19 de marzo de 2015

Uzías, el rey herido por la lepra







 Rembrandt van Rijn
(1606-1669) 

El rey Uzías, 
herido por la lepra 
(1639) 

Óleo sobre lienzo 
Chatsworth House


"Y el sumo sacerdote Azarías y todos los sacerdotes lo miraron, y he aquí, tenía lepra en la frente; y le hicieron salir de allí a toda prisa, y también él mismo se apresuró a salir, porque Jehová lo había herido.  
Y el rey Uzías quedó leproso hasta el día de su muerte, y habitó en una casa separada, ya que era leproso, porque fue excluido de la casa de Jehová. Y su hijo Jotam estaba al frente de la casa del rey gobernando al pueblo de la tierra." 
(Crónicas 26:20-21) 


Rembrandt representó escenas bíblicas en muchas ocasiones, especialmente en el último periodo de su vida. En estas escenas destaca la personalización que hace de las figuras históricas, en los que proyecta sus emociones individuales. 

En este cuadro, Rembrandt nos representa a Uzías,  rey de Judá, que llegó a ser muy poderoso y rico. La opulencia  que alcanzó lo llenó de soberbia e intentó ejercer funciones sagradas al quemar incienso sobre el altar del Templo de Jerusalén, privilegio que estaba reservado a los sacerdotes consagrados de la tribu de Leví. Según la Biblia (libro de las Crónicas) como castigo a su osadía, fue herido por Jehová con la lepra. La lepra era considerada una enfermedad impura, y los sacerdotes, tras examinar los casos sospechosos debían dar el veredicto y en su caso apartar a los leprosos de la comunidad. Así aparece estipulado en el Levítico (capítulos 13 y 14) y en otros pasajes de la Biblia. El rey pues, a pesar de su alta dignidad vivirá el resto de sus días marginado. 

"El Señor habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 
Cuando un hombre tenga en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción o mancha blanca lustrosa y se convierta en infección de lepra en la piel de su cuerpo, será traído al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes. 
Y el sacerdote mirará la infección en la piel del cuerpo; y si el pelo en la infección se ha vuelto blanco , y la infección parece más profunda que la piel de su cuerpo, es una infección de lepra; cuando el sacerdote lo haya examinado lo declarará inmundo. 
Pero si la mancha lustrosa es blanca en la piel de su cuerpo, y no parece ser más profunda que la piel, y el pelo en ella no se ha vuelto blanco, entonces el sacerdote aislará por siete días al que tiene la infección.  
Al séptimo día el sacerdote lo examinará, y si en su parecer la infección no ha cambiado, y si la infección no se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote lo aislará por otros siete días.  
El sacerdote lo examinará de nuevo al séptimo día; y si la infección ha oscurecido, y la infección no se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio; es sólo una erupción. Y lavará sus vestidos y quedará limpio.
Pero si la erupción se extiende en la piel después que él se haya mostrado al sacerdote para su purificación. 
Y el sacerdote lo examinará, y si la erupción se ha extendido en la piel , entonces el sacerdote lo declarará inmundo; es lepra"


(Levítico 13: 1-8

En el cuadro aparece un personaje de medio cuerpo, ricamente ataviado a la manera oriental. En el pecho, destaca un rico broche de oro, signo de la riqueza y el poder que había alcanzado. Su rostro, enmarcado por el turbante y la barba, presenta áreas sugestivas de lesiones cutáneas, especialmente en las mejillas y en el dorso de la nariz, que aparece engrosada, con cierto aspecto de facies leonina. 

El monarca, con las manos entrelazadas mira al espectador con profunda tristeza, impotente de resolver su situación, segregado de su pueblo por su enfermedad que es interpretada como un castigo divino. Rembrandt lleva a cabo en este cuadro un impresionante retrato psicológico que nos transmite el apesadumbrado sentimiento del desgraciado rey. 











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