domingo, 17 de mayo de 2015

La calvicie de los césares






Cabeza de Vespasiano

Escultura de mármol
Museo del Bardo, Túnez. 



Los romanos estaban muy preocupados por la calvicie. Es una preocupación común a todas las civilizaciones del mundo antiguo y que persiste también en la actualidad. Las causas de esta preocupación tal vez deban buscarse en la carga simbólica del pelo.  En Roma se consideraba la cabellera directamente asociada a la masculinidad, la fertilidad y a la valentía, virtudes que eran representadas por el león, con su abundante melena. Eran virtudes directamente asociadas al vigor, a la juventud, al poder y a la belleza. Ovidio afirmaba: 

Feo es el campo sin hierba , y el arbusto sin hojas y la cabeza sin pelo”                                                       
(Ovidio, Arte de Amar, 3, 249-250)              
Julio César, dedicaba largas horas de tocador a arreglar sus escasos cabellos y a disimular sus entradas. Según Suetonio, 
“no se resignaba a ser calvo, ya que más de una vez había comprobado que esta desgracia provocaba la irrisión de sus detractores” 
(Suetonio. Vida del Divino Julio, 45) 
Tal era su complejo que solicitó y obtuvo del Senado el permiso para llevar permanentemente la corona de laurel, que disimulaba su escasa abundancia capilar (Con anterioridad las coronas de laurel sólo se llevaban en los juegos y fiestas dedicadas a Apolo, ya que a éste dios estaba dedicado el laurel).


Julio César

La calvicie se tendía a asociar con la senilidad, edad en la que aumentaba la prudencia y el sosiego a expensas del valor. Pero en el caso de César no era óbice para una activa vida sexual. Su promiscuidad sexual era proverbial (de él se decía que era el varón de todas las mujeres y la mujer de todos los hombres). Cuando Julio César hacía sus entradas triunfales en Roma, se decía: 

- Romanos, guardad a vuestras mujeres: ahí llega el adúltero calvo”.

En la dinastía Julio-Claudia encontramos diversos casos de alopecia androgenética. Tiberio, por ejemplo, que tuvo un carácter depresivo, que Marañón relacionaba con su prematura calvicie. Según la descripción de Tácito, Tiberio presentaba una alopecia de la zona frontoparietal y el pelo bastante largo por detrás. El emperador disimulaba su calvicie echándose el pelo hacia adelante, en forma de flequillo, como muchos miembros de su familia. Además presentaba la cara llena de eritemas (tal vez una dermatitis seborreica?)  Parece ser que uno de los muchos acusados tras la conspiración de Sejano, un tal L. Cesiano, lo fué por haberse burlado en público de la calva del emperador (Dion Casio, 22, LVIII, 19)

En una moneda  de un denario acuñada en 44 a.n.e. César (que en aquel momento tenía 56 años) aparece peinado hacia adelante intentando cubrir su escaso cabello, con la calva medio cubierta también por la corona de laurel. En cambio, no se ocultan las profundas arrugas de sus mejillas y de su cuello. Las arrugas eranaceptadas por los romanos como un signo de dignidad y solemnidad (gravitas), y en cambio la calvicie era vista como una enfermedad. Plutarco llegó a comparar la calvicie con la ceguera.

Los bustos imperiales de la época claudia tienden a disimular habitualmente la alopecia, en un gesto adulatorio. Los flequillos sobre la frente eran comunes y remedaban la imagen estereotipada (y probablemente idealizada) de Augusto, que se valió repetidamente de las imágenes y de las estatuas como un instrumento de propaganda política. El peinado de los Césares pues, además de disimular la calva constituía también una declaración política.

Como vemos, la costumbre de los calvos de dejarse el cabello largo en las zonas occipitales y temporales para recubrir las áreas alopécicas, estaba muy extendida, no solo entre los emperadores y clases dirigentes sino tambien entre el pueblo. Marcial satirizaba este camuflaje:
“Recoges de aquí y de allí los pocos cabellos que encuentras y velas el amplio espacio de tu pelada con lo que te crece en las sienes: pero vuelven a su sitio movidos por el viento y ciñen aquí y allí con grandes mechones la cabeza desnuda. Confiesa tu edad! No hay nada peor que un calvo con greñas”    
(Marcial. Sátiras, X, 83)
Séneca, por otra parte nos ha legado una descripción de un Calígula hirsuto y calvo, en la que destaca 
la fealdad de su cráneo desértico, que parecía haber llorado para conservar algunos oasis”.  
 A esta plástica descripción, añade que 
"su nuca estaba llena de crines"
Éste parece ser un carácter común a la familia Claudia, que solían presentar una nuca bastante poblada, contrastando con la calvicie general.


Calígula: A pesar de intentar disimular su calvicie con el
flequillo y la corona de laurel, las evidentes entradas
revelan una avanzada alopecia androgenética. 

La combinación de alopecia e hirsutismo (que coincidiría probablemente con lo que hoy conocemos como síndrome SAHA) era tan acusada en Calígula, que delante de él no se podía mencionar a las cabras, ya que el emperador lo consideraba una alusión a la abundante vellosidad de su cuerpo y lo considerada una ofensa capital, que podía acarrear funestas consecuencias y severos castigos a quien se atreviera a hacerlo (Suetonio, Vida de Cayo, 50) 


Cabeza de Tito, con marcadas entradas frontotemporales.
British Museum, Londres.  

Tampoco la dinastía flavia se libró de la alopecia. Vespasiano, general que alcanzó la púrpura de emperador a los sesenta años, presentaba una franca calva. También su hijo Tito presentaba marcadas entradas, que no se oculta del todo en sus bustos. Hay que señalar que mientras en los primeros años del Imperio la representación de los césares estaba claramente idealizada y que se suavizaban algunos detalles como la pérdida de cabello, durante la época flavia, se retorna a un realismo más estricto, de raíz republicana. 
El otro hijo de Vespasiano, Domiciano, presentaba aún una alopecia más acusada. Estaba tan obsesionado por disimular su calva que llegó a escribir un libro sobre el cuidado del cabello (De cura capillorum). Su preocupación por el cabello aumentó mucho tras su subida al poder, ya que parece ser que 

se afeó mucho a causa de su calvicie”   
(Suetonio: Vida de Domiciano, 18)      


Cabeza de Domiciano. Museo Arqueológico, Madrid

Al parecer su aspecto vino también alterado por una importante obesidad y una gran delgadez de piernas. Juvenal se refiería a él como “el Nerón calvo”:

”Cuando ya el último Flavio laceraba el orbe medio exprimido y Roma era sierva de un Nerón calvo.. “ 
(Juvenal. Sátiras., IV 37-38).

Domiciano tenía la costumbre de peinarse hacia adelante, disimulando su calva y también sabemos que usaba pelucas, cosa que puede verse en los escasos bustos que de él nos han llegado, y que pudieron sobrevivir a la “damnatio memoriae” decretada tras su muerte.


El emperador Otón, con una ostensible peluca. 

Otros emperadores romanos habían recurrido al uso de pelucas, como por ejemplo Otón, uno de los cuatro emperadores que pugnaron por el poder en el convulso año 69 a.n.e., antes de la instauración de los flavios. Suetonio dice de él: 

tenía el cuerpo totalmente depilado y sobre la cabeza, por la escasez de pelo, llevaba una pequeña peluca, hecha a medida y bien adherida, y así nadie se daba cuenta”  
(Suetonio. Vida de Otón, XII) 

Busto del emperador Galba.
Antikengalerie, Estocolmo.

Otro de los cuatro emperadores, Galba, también era calvo, segun refiere Suetonio en su biografía. 

Así que aunque se esforzaron en disimularlo, la alopecia androgénica masculina no respetó ni siquiera a los augustos césares de Roma. 

Los doce césares romanos: 






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