lunes, 1 de junio de 2015

Enrique VIII: sífilis versus genética (I)





Taller de Hans Holbein El Joven

Enrique VIII 

Óleo sobre lienzo. 
Walker Art Gallery, Liverpool 



Enrique VIIl (1491 -1547) fue Rey de Inglaterra y Señor de Irlanda desde 1509. Fue el segundo monarca de la Casa Tudor y probablemente el rey que ejerció un poder más absoluto de todos los soberanos ingleses.  Entre los hechos más destacados de su reinado figuran la ruptura con la Iglesia Católica, la disolución de todos los monasterios de su reino y su proclamación como Jefe Supremo de la Iglesia Anglicana. También prohibió la sodomía, persiguió a las brujas y materializó la unión de Inglaterra con Gales.

Estuvo afectado por diversas enfermedades, entre las que destaca la gota, varices, malaria, viruela, osteomielitis del fémur, escorbuto y una obesidad que se agravó manifiestamente a finales de su vida. Si bien en los primeros años de su reinado Enrique VIII fue un rey bueno y amado por su pueblo, su carácter cambió bruscamente pasada la treintena. Tenía bruscos accesos de cólera, y un carácter depresivo que le hacía comportarse de un modo cruel y extraño. 


Cardenal Wolsey
Enrique VIII se casó seis veces y tuvo diversas amantes. Muchos de sus hijos, especialmente los que tuvo con Catalina de Aragón nacieron muertos o murieron al poco de nacer. Tal vez por esto corrió el rumor de que el rey se había contagiado de sífilis, una enfermedad que había aparecido de forma epidémica en Europa pocos años antes.  En una época en la que aún no quedaba claro el mecanismo de contagio de la sífilis, algunos decían que se la había contagiado el cardenal Wolsey "cuchicheándole en la oreja".

Si bien es seguro que este no fue el origen de la pretendida sífilis de Enrique VIII, podemos analizar los argumentos a favor y en contra de esta hipótesis, que no parece totalmente demostrada. 


El rey Enrique VIII, con corona y cetro
Por una parte, no sería raro que el monarca inglés se hubiera contagiado de lúes, ya que era una enfermedad que afectó a un gran número de personas de todas las clases sociales en el s. XVI, incluyendo a reyes, nobles, cardenales y papas. Como vemos, fue un rey muy promiscuo y activo sexualmente. Aparte de sus seis mujeres, mantuvo relaciones con un buen puñado de amantes y naturalmente esto aumenta considerablemente las posibilidades de contraer una enfermedad venérea. 


Por otra parte, Catalina de Aragón, su primera mujer tuvo con él un hijo varón que murió al poco tiempo de nacer y  por lo menos tres abortos más, muertos en el séptimo u octavo mes de embarazo. Ana Bolena tuvo a Isabel (que más tarde reinaría con el nombre de Isabel I), un aborto de seis meses y otro de tres meses y medio. También muchos hijos de Enrique con sus otras mujeres y con diversas amantes murieron. Podríamos pensar, ciertamente, que podrían ser casos de sífilis congénita, aunque hay que tener en cuenta la elevada mortalidad infantil de la época. Hasta que Semmelweiss introdujo la idea de que las comadronas debían lavarse las manos antes de atender al parto, muchos niños morían y muchas madres contraían fiebres puerperales. 

Su único hijo ilegítimo, Eduardo VI, hijo de su tercera esposa Jane Seymour murió en 1553 a los 16 años. Nunca fue un niño sano y la causa de su muerte no ha sido nunca bien esclarecida. Un año antes de morir enfermó de sarampión y viruela. Dos semanas antes de su fallecimiento sufrió una extraña enfermedad de la piel, con necrosis distal de los dedos y pérdida de las uñas. Según la hipótesis más extendida, fue envenenado, bien por conspiraciones políticas o por los efectos secundarios de las medicaciones que se le administraron.  

Su hija Isabel I presentaba problemas de visión, lo mismo que otra de sus hijas, María Tudor, casada con Felipe II de España. María también presentaba una sordera y una nariz ancha y chata, que desprendía siempre un intenso olor nauseabundo. 

Así pues aunque no puede asegurarse el diagnóstico de sífilis, hay signos indirectos acumulativos: 

  • su promiscuidad 
  • la historia obstétrica de sus reinas con abortos repetidos
  • la extraña muerte de su primogénito con lesiones cutáneas 
  • la nariz chata y maloliente, sordera y problemas visuales de Maria Tudor y aún los problemas oftálmicos de Isabel I que permiten plantear el posible diagnóstico de lúes congénita

También los accesos de cólera y crueldad que demostró Enrique VIII se han esgrimido como argumento para reforzar la idea de una afectación nerviosa de la sífilis. Aunque no son en absoluto específicos de esta enfermedad. 

Veamos ahora argumentos en contra. La atribución de la sífilis a Enrique VIII no aparece hasta casi cien años después de su muerte. Es impensable que si hubiera sido realmente sifilitico este hecho no hubiera sido aprovechado por sus enemigos politicos para desprestigiarle durante su vida.

Las úlceras que presentó en las piernas (y que tal vez pudieran interpretarse como gomas sifilíticos) se explican mejor por la presencia de varices y su alto grado de obesidad. También pueden relacionarse con la gota, enfermedad que le afectó gravemente. Muchas veces los tofos gotosos perforan la piel y dan salida a ulceraciones por donde pueden salir las concreciones de ácido úrico. 

La hipótesis más moderna sobre la enfermedad de Enrique VIII es que podría haber padecido un síndrome de McLeod, de lo que trataremos en un próximo próximo post.  


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