jueves, 30 de julio de 2015

Cráneos trepanados






Cráneo trepanado

Neolítico. Museu Diocesà de Solsona 


La perforación de un hueso del cráneo o trepanación es una práctica muy antigua. Los primeros cráneos trepanados de los que tenemos constancia datan del Mesolitico y fueron hallados en Ucrania por Gohrman en el yacimiento de Vasilyevica II (1966) en cráneos de hace unos 8000 años. Ensin en Alsacia encontró cráneos de la era neolítica parcialmente cicatrizados de unos 5100 años de antigüedad, lo que atestigua que el individuo que fue trepanado sobrevivió a la intervención.  

En el Museo Diocesano de Solsona se expone este cráneo de época Neolítica, con señales de una trepanación en la zona frontal y que presenta nueva formación de hueso en sus bordes. Es decir, que había sobrevivido a la intervención el tiempo suficiente para osificar. 

Se puede deducir que la intervención se efectuaba haciendo girar un instrumento duro sobre el hueso, para proceder a la perforación mediante un efecto de barrina. En otros casos se usaba la técnica del raspado y aún la de los cortes perpendiculares. Algo que no se debe confundir con orificios de mayores dimensiones y forma irregular como resultado de un traumatismo, muy frecuentes en los restos óseos de aquella época. 


Cráneo con orificio de origen traumático. Época Neolítica.
Museo Diocesano de Solsona. 
La trepanación se efectuaba con una finalidad mágica, para dejar salir los espíritus malignos de la cabeza del enfermo. 

La medicina de la época se basaba en creencias animistas y tenía una función mágica. No creemos que en general tuviera una finalidad de extirpación de alguna lesión somática (como un quiste epidermoide, por ejemplo, o alguna tumoración, aunque no es totalmente descartable que en algún caso fuese así) 


Cráneo con orificio de origen traumático. Época Neolítica.
Museo Diocesano de Solsona. 
De hecho, ya hemos aludido en otra ocasión, en este mismo blog, de huellas de quistes epidermoides en cráneos de época Neolítica, como el cráneo del Museu de Ciutadella (Menorca). Debemos distinguir dos tipos de trepanaciones: las realizadas en individuos vivos y las hechas tras su muerte. Esta distinción es fácil si la trepanación del individuo vivo ha permitido su sobrevivencia, ya que entonces se encuentran indicios de cicatrización. En algunos casos se calcula que la sobrevivencia fue de unos 12 años. Y se han aportado casos de cicatrización tras una trepanación de 14x11 cm. Pero en cambio, es difícil distinguir una trepanación post-mortem de otra, realizada in vivo pero que conlleve la muerte del paciente. 

En general, las trepanaciones se realizaban en los huesos temporal izquierdo o en el hueso temporal, y menos frecuentemente en el hueso frontal, como en el caso que aportamos. 

Las trepanaciones no se practicaron solamente en el Viejo Mundo. También en muchos casos en las culturas prehispánicas americanas. 


Las trepanaciones prehispánicas en la región andina: 


miércoles, 29 de julio de 2015

Los comedones seniles de la madre de Rembrandt






Rembrandt van Rijn

Retrato de la madre del artista 
(1639)

Óleo sobre tabla de roble 80 x 61'15 cm. (Detalle) 
Museo de Historia del Arte, Viena


Desde sus comienzos, Rembrandt (1606-1669) tomó frecuentemente como modelo a su madre Neeltje van Siujttbroeck, que fue para él una fuente inagotable de revelaciones pictóricas y que puede adivinarse en muchos de sus personajes bíblicos.

El rostro de su madre se representa con todo detalle. En una de sus retratos más conocidos, el del Museo de Historia del Arte de Viena (Kunst Historisches Museum Wien) , podemos ver la precisión de Rembrandt al representar una piel senil: las arrugas y flaccideces propias de la edad aparecen plasmadas con todo verismo. 


Los poros y comedones de la nariz de la madre de Rembrandt
aparecen aquí con todo detalle. 
Si nos fijamos bien en la nariz de la anciana pueden verse los poros dilatados y los típicos comedones de esta fase de la vida y que raramente aparecen con tanta meticulosidad en las obras de otros autores. 

Los comedones en la piel senil son frecuentes y encuentran su máxima expresión en las pieles de ancianos, repetidamente expuestas al sol, que pueden presentar la llamada elastoidosis a quistes y comedones de Favre-Racouchot,  especialmente en órbitas, zonas temporales, nariz y frente. 
































Profile of Rembrandt van Rijn: 




martes, 28 de julio de 2015

La rosácea de Gluck





Josep-Sifrède Duplessis

Retrato del compositor Christoph Willibald von Gluck 
(1775)

Óleo sobre lienzo 99'5 x 80'5 cm. (Detalle) 
Museo de Historia del Arte, Viena


Christoph Willibald Ritter von Gluck (1714 - 1787) fue un compositor alemán de origen bohemio. Su obra, enmarcada en el clasicismo comparte con la de Mozart, Brahms o Haydn los primeros lugares en este movimiento musical. 

Gluck vivió en Italia y en Inglaterra, instalándose definitivamente en Viena, donde murió. Mantuvo una gran rivalidad con Piccini, conocida como la querella entre gluckistas y piccinistas

A Gluck se debe en gran parte, la reforma de la ópera moderna, subordinando la música a la poesía, para reforzar la expresión de los sentimientos y renunciando a innecesarias florituras. Sus primeras innovaciones son patentes en el ballet Don Juan (1761) y en la ópera Orfeo y Eurídice (1762) que fueron concluídas tras una estancia en Italia en 1763.  A su regreso a Viena compuso Alceste. En Viena fue profesor de música de la futura reina María Antonieta, que le protegió cuando años más tarde ascendió al trono de Francia. 




En el detalle del retrato de Gluck que realizó Duplessis y del que aportamos un detalle, puede verse su rostro afecto de rosácea, en la que se pueden apreciar las pápulas que caracterizan a esta enfermedad cutánea. 


Gluck. Orfeo y Eurídice. Danza de los espiritus benditos. 







lunes, 27 de julio de 2015

Los velludos brazos de Esaú






Lorenzo Ghiberti

Historia de Jacob 
(1425 -1452)

Bronce dorado  79 x 79 cm. 
Puerta del Paraíso
Baptisterio de Florencia.


Una de las muchas maravillas que se pueden contemplar en la ciudad de Florencia son las Puertas del Baptisterio. Una de ellas, la Puerta del paraíso, fue realizada por Lorenzo Ghiberti (1378-1455), introduciendo conceptos plenamente renacentistas y revolucionando la historia del Arte. En ella se representan escenas del Antiguo Testamento, como la de Jacob, que aquí presentamos. 

La Biblia, como todo el mundo sabe es un libro rico en historias, con abundantes simbolismos. Uno de ellos es la historia de los hermanos Esaú y Jacob, que recordaremos sucintamente. 

Isaac, el hijo de Abrahan, el que fuera un niño que iba a ser sacrificado para agradar a Dios y que fue salvado in extremis del sacrificio, había tenido una larga vida. Ciego y cansado, había alcanzado una avanzada edad. Consciente de que su papel en esta vida tocaba a su fin, sentía ahora la necesidad de bendecir a su primogénito para que fuera el depositario de los valores y funciones como patriarca de la tribu. 

Isaac había tenido dos hijos de su esposa Rebeca, Esaú y Jacob. Rebeca tenía una clara predilección por el más joven de los dos, Jacob. Pero la tradición quería que fuese Esaú, el primogénito, el sucesor de su padre. 


Matthias Stom. La venta de la primogenitura


Esaú y Jacob habían protagonizado un curioso incidente. un día que Esaú, a quien le gustaba mucho la caza llegó a casa cansado y hambriento, encontró a su hermano dispuesto a comer un sabroso plato de lentejas. Esaú no podía más y le pidió a Jacob que le cediera el plato.

- ¿A cambio de qué? - le preguntó su hermano. 

- A cambio de lo que sea, pídeme lo que quieras y pásame el plato, que me muero de hambre. 

- Bueno, podría vendértelas por el derecho a la primogenitura, ¿qué te parece?

Esaú, ofuscado,  sólo deseaba comer. 

- Hecho, dijo. dame las lentejas y desde ahora tú eres el mayor y sucederás a nuestro padre. 

Jacob aceptó y le cedió la comida.  A partir de aquel día se consideró el primogénito. 

- Están muy buenas, Jacob. Vaya lentejas! murmuraba Esaú, saciando su hambre. 

En los tiempos de la Biblia, las lentejas eran el alimento más consumido, después del trigo. En diferentes pasajes bíblicos aparecen mencionadas: cocinadas con verduras y especias, (Gen 25:29; Lev 6:27); como harina, para elaboración de pan (Ezequiel 4:9); en tortas finas de lentejas, con miel, sésamo y canela (Cantar de los Cantares 2:5). Como símbolo, las lentejas simbolizan la rueda de la vida y de la fortuna, y también un símbolo de fertilidad. Las lentejas se sirven en algunos países en el inicio del año, como augurio de bienes materiales. Aún hoy esta tradición está muy viva en Italia, por ejemplo.

Así pues fue como Jacob adquirió el derecho a ser bendecido. Isaac reclamaba que su hijo mayor se arrodillara ante él para bendecirlo. Pero había un problema: Isaac, ciego, reconocía a sus hijos por el tacto, ya que Esaú era muy velludo y Jacob, lampiño. Rebeca, que estaba al corriente de la situación y que deseaba la bendición para Jacob ideó una treta: puso pieles de animales en los brazos de Jacob y le hizo arrodillarse ante su padre. 


Friso románico del claustro de la Catedral de Girona (s. XII), representando la historia de Esaú y Jacob.
 Jacob se arrodilla ante su padre Isaac (ciego) con pieles de animales en los brazos, para que al palparlo lo confunda con su hermano Esaú y le dé la bendición de primogenitura, imponiéndole las manos 
(Los brazos de Jacob están muy destruídos en este relieve). 
Tras él, de pie, aparece su madre, Rebeca, que participa en la argucia.


Friso románico del claustro de la Catedral de Girona (s. XII), representando la historia de Esaú y Jacob.
Esaú llega  retrasado por la caza de una gran liebre, que lleva colgando al hombro. 

Empuña con la otra mano el arco. Reclama la bendición de Isaac, pero éste extiende sus manos, disculpándose, porque ya ha bendecido a Jacob. 

Isaac, deseoso de bendecir a su hijo mayor le palpó los brazos. Los encontró velludos y creyó que era Esaú. Así que lo bendijo. 

Poco después llegó Esaú, que se había retrasado porque como era su costumbre, estaba cazando. Reclamó la bendición, pero Isaac le dijo que ya había bendecido a uno de sus hijos y que por lo tanto él era el elegido. La cólera de Esaú no se hizo esperar. Pero Jacob, muy prudentemente hacía ya horas que se había marchado muy lejos de allí. 

La historia sigue con numerosos sucesos: Jacob tiene un sueño (la lucha con el ángel y la escalera que sube al cielo), su trabajo como pastor de los rebaños de Labán, su matrimonio con la hija de éste, la bella Sara... pero nos quedaremos con el episodio de la bendición de Isaac. 

Hay varias lecturas de este episodio. Uno de ellos es la del triunfo de la astucia (Jacob) frente al materialismo (Esaú). Otra, tal vez la contraposición de los intereses de los pastores (Jacob) frente a los de los cazadores (Esaú) 

Pero también hay una lectura basada en el simbolismo del pelo. Una vez más, los personajes con cuerpo velludo salen malparados, y se insiste en lo negativo de poseer vello corporal. En cambio, los lampiños, como Jacob, salen triunfantes (a pesar de haber simulado ser peludos). Curioso. 

La historia de Esaú y Jacob termina con la vuelta de Jacob y la reconciliación de los dos hermanos. 

En todo caso, por lo que dice la Biblia, es fácil entrever que Esaú tenía una hipertricosis, trastorno caracterizado por un crecimiento excesivo del pelo en las zonas del cuerpo en las que no es frecuente tanta longitud y espesor, al no ser muy andrógenodependientes. No hay que confundir la hipertricosis con el hirsutismo, una enfermedad en la que hay pelo en zonas donde generalmente no hay (como en el mentón femenino o en la zona esternal de la mujer) . 


Concurso de las puertas del Baptisterio de Florencia: 



domingo, 26 de julio de 2015

Tamsin van Essen (III): Heridas y cicatrices





Tamsin van Essen 

Bound 

Cerámica


En anteriores entradas ya hemos visto la obra de la ceramista británica Tamsin van Essen (1975) inspirada en procesos patológicos. 

En esta ocasión aportamos algunas obras dedicadas a las heridas, cicatrices y a los procesos de cicatrización. 

La obra que encabeza el post está dedicada a las heridas. Aparece aquí la jarra-cuerpo vendada, en curso de curación de lo que se sugiere una herida traumática. 

En otras ocasiones se evocan las heridas quirúrgicas, con una evidente sutura que recorre la pieza de arriba abajo.


Una obra que nos sugiere una sutura quirúrgica, con sus puntos 


El tejido de granulación cicatricial también es aludido en otras piezas. Sus características papilas de  color rosado son reproducidas, transmitiendo la sensación visual de una cicatrización por segunda intención o de una úlcera en proceso de resolución. 




Evocación del tejido de granulación




jueves, 23 de julio de 2015

Quevedo, la sífilis y el Hospital de Antón Martín (y VI) Los tratamientos







Ángel Díaz Sánchez
(1859-1938)

Estatua de Francisco de Quevedo  


Escultura en piedra que estaba
destinada a la Glorieta de Quevedo de Madrid   




Sobre el tratamiento de la sífilis

Quevedo se refiere también a algunos tratamientos antisifilíticos usados en aquel tiempo. Ya hemos visto como alude en algunos versos al tratamiento de la sífilis  con diaforéticos y sudoración, especialmente en el poema Cura una moza en Anton Martín la tela que mantuvo del que ya tratamos. Encontramos también alusiones a esta terapia en otros muchos romances: 
"Fecha en Toledo la rica, 
dentro de un pobre hospital, 
donde trabajos de entrambos, 
empiezo agora a sudar" 
("Respuesta de la Méndez a Escarramán": Con un menino del padre...)
-----
"Halló al cabo un escarpín 
que, sin estar resfriado, 
tomando estuvo sudores 
seis meses en tus zancajos
("En la simulada figura de unas prendas ridículas, burla de la vana estimación que hacen los amantes de semejantes favores": Cubriendo con cuatro cuernos...)
-----
"celda sin salida  
de escondida alcoba: 
entre con sudores 
adonde los toman
("Refiere un suceso suyo, donde se contiene algo del mundo por dentro": Érase una tarde...)

Otro tratamiento muy en boga eran las unciones mercuriales, una de las terapias más habituales en el s. XVII:
"si no veráste comido 
de tías, madres y suegras 
sin narices y con parches,  
con unciones y sin cejas"
(Romance de la Roma roma, hablando con perdón")

Otras veces, el mercurio se aplicaba en otro tipo de preparación tópica, los emplastos:

"...con emplastos de cerote" 
("Vida y milagros de Montilla": En la casa de las sardinas...)

Un tercer remedio, la zarzaparrilla, originaria de Sudamérica, había sido introducida por los españoles:

"A Marica la Chupona 
las goteras de su cama 
la metieron la salud 
a la venta de su zarza"
("Marica la Chupona")


En otros versos encontramos alusiones a la zarzaparrilla y a las unciones mercuriales. Debía ser frecuente alternar ambas terapias: 
"...La grana se volvió en granos, 
en flor de lis el rosal, 
su clavel zarzaparrilla, 
unciones el solimán" 
("Cura una moza en Antón Martín la tela que mantuvo":Tomando estaba sudores...)

También se burla de algunas novias que aportan la sífilis al matrimonio:   


"...y seis libras de zarza, llevó en dote"  
("Casamiento ridículo": Trataron de casar a Dorotea...)

La terapia combinada (unciones de mercurio, zarzaparrilla y sudores) aparece en algunos casos:   
"...con un emplasto de tías, 
de amigas con una unción,  
de los propios güesos saca 
la moneda sin sudor..."  
("Cartel que pone una moza contra resistencias del dar": Aquí ha llegado una niña...)


Sin embargo, Quevedo no ignora los posibles efectos adversos de la terapia mercurial, como la estomatitis y la caída de dientes:  
"Ayer se descalabró 
las muelas en unas pasas 
y en un bizcocho sus dientes 
como en pantano se atascan" 
("A Marica la Chupona")


"...una bocaza de infierno, 
con sendos bordos por labios, 
donde hace santa vida 
un solo diente ermitano"
("Cubriendo con cuatro cuernos")

En los casos incipientes, en los que únicamente aparecía un chancro prepucial, se practicaba la circuncisión:  


"... condenados tiene 
a dos a circuncisión"
("A Marica la Chupona")


A pesar de la alta incidencia de la sífilis, pesaba sobre ella un terrible estigma. Era una "enfermedad vergonzante" y los que presentaban síntomas evidentes o se veían obligados a llevar parches para tratar la enfermedad, intentaban disimularlo: 
".. La Chaves, Dios la dé gloria, 
me parece que la miro 
pasar parches por lunares 
y gomas por sarpullido" 
("Sentimiento de un jaque por hallar cerrada la mancebía": Anasco el de Talavera...)


"...unos parches que tenía 
le pregunté si eran parches 
y respondió zahareña 
que no eran sino lunares " 
("Pinta el suceso de haber estado una noche con una fregona": Ya que al hospital de amor...)




martes, 21 de julio de 2015

El nevus intradérmico de la venerable madre





Diego Velázquez 

La venerable madre 
Sor Jerónima de la Fuente
(1620)

Óleo sobre lienzo 160 x 110 cm
Museo del Prado, Madrid. 



El impresionante retrato de la venerable madre Sor Jerónima de la Fuente está fechado en 1620, siendo así el primer cuadro conocido firmado por Diego Rodríguez de Silva Velázquez (1599 - 1660). Con esta obra, el pintor se revela como uno de los mejores retratistas de Sevilla, a pesar de que en aquel momento Velázquez tenía solamente 21 años de edad.  




El cuadro representa a la madre Jerónima de la Asunción García Yáñez y de la Fuente (1555 - 1630), una monja clarisa franciscana que llegó a Sevilla procedente de Toledo, con la intención de embarcarse hacia Manila donde iba a fundar el primer convento de Filipinas (Monasterio de Sta. Clara). Según la leyenda que acompaña a la figura, contaba Sor Jerónima 66 años de edad en aquel momento. 

La silueta de la enérgica monja aparece recortada sobre un fondo desprovisto de objetos. Es impresionante el color del hábito, siempre en una gama oscura como suele ser característica de la etapa sevillana de Velázquez

La luz destaca el rostro de la religiosa, de semblante duro y adusto, y su penetrante mirada. También la mano, con la que sostiene un crucifijo que blande amenazante como su "arma de conversión". En la frente, sobre su arco superciliar izquierdo, presenta un nevus intradérmico, que se aprecia con toda claridad. 


Diego Velázquez: 



lunes, 20 de julio de 2015

Tamsin van Essen (II): Acné






Tamsin van Essen 

Acné 


Cerámicas


Ya hemos hablado en este blog de la obra de la joven ceramista británica Tamsin van Essen (1975). Sus cerámicas evocan mediante una simbolización estética diversos procesos patológicos. 



Acné group
Acné
(detalle de una botella, sugiriendo
una lesión supurante)



















Tamsin toma como suele hacer la forma de base de unas jarras de farmacia del s. XVII en una clara referencia historicista a la evolución del conocimiento médico y científico. Sobre estos recipientes, que simbolizan el cuerpo humano, la ceramista trabaja su superficie de diversos modos para inducir a un símil tal que permita la identificación de una enfermedad, aún a partir de una abstracción pura realizada en una jarra de cerámica. 



En esta obra se aluden las cicatrices y los comedones, propios del acné


Los albarelos ingleses del s. XVII en los que se inspira Tamsin van Essen para dar forma a sus cerámicas