miércoles, 19 de agosto de 2015

Escotes perfumados








Frascos para perfume
(s. XVIII)

Cristal decorado de la Real Fábrica de la 
Granja de S. Ildefonso 
Museo del Castillo de Perelada, Girona



El castillo de Perelada era la residencia de la familia  Rocabertí, condes de Perelada, un noble linaje catalán. Miembros de esta familia tomaron parte en la Conquista de Mallorca y en este castillo se hospedó la reina Blanca de Anjou, días antes de su boda con Jaime II en la vecina abadía de Vilabertrán. A primeros del s. XX la familia decidió vender el castillo, que fue adquirido por un Miquel Mateu, miembro de la alta burguesía de Barcelona. El nuevo propietario era también un gran coleccionista y así, con fondos antiguos y nuevas adquisiciones se fue creando una notable biblioteca y una rica colección de objetos diversos. Hoy en día el Castillo tiene justa fama por ser el marco del más importante Festival de música veraniego de la Costa Brava. 


Castillo de Perelada, residencia histórica de los Rocabertí.
En su museo y biblioteca se albergan verdaderas joyas de colección, reunidas por D. Miquel Mateu. 

Visitando esta curiosa e importante colección encontré estos frascos, que llamaron mi atención.  Se trata de frascos procedentes de la Real Fábrica de Cristal de la Granja de San Ildefonso, que abastecía el cristal más apreciado en el país, en aquel tiempo. Tienen forma tubular y están profusamente decorados por su exterior, y se destinaban a contener perfumes. El tapón estaba diseñado de tal forma que no tapaban del todo, sino que dejaban parcialmente su contenido, que desprendía así efluvios olorosos. Por lo general solían colocarlos las damas entre sus pechos para desprender de este modo un agradable aroma en el escote y atraer así a los posibles pretendientes. 

Frascos de perfume para escotes, de la Real Fábrica
de Cristal de la Granja de San Ildefonso
(Segovia)
Colección Mateu. Museo del Castillo de Perelada (Girona)
Existe la leyenda de que algunos de estos frascos presentaban dos compartimentos. Si el galán era del agrado de la dama, ésta entreabría uno de ellos que desprendía un perfume embriagador, atrayendo  todavía más al posible pretendiente.

Si por el contrario, a la dama no le gustaba el petimetre, abría el otro compartimento, que dejaba ir un olor repelente y disuasorio. No puedo afirmar a ciencia cierta la verosimilitud de este uso, que muchos tienen como apócrifo, aunque como dicen en Italia, si non é vero é ben trovato... y la imaginación es libre, ¿verdad?







Castillo de Perelada:





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