martes, 25 de agosto de 2015

Recuerdo de Palmira


RECUERDO DE PALMIRA

Palmira, capital de los nabateos; nudo de unión entre Oriente y Occidente; ciudad de tolerancia y convivencia religiosa, donde se adoraban a los dioses romanos, a Baal y al dios Sol; sede y trono de la reina Zenobia... Nunca olvidaré la gran impresión que dejaste en mi alma.  

Palmira, nacida de un oasis de palmas en medio del desierto, sobreviviste a tantas guerras y a vicisitudes, pero no pudiste conseguir ser un oasis de cultura en medio del árido desierto del fanatismo, la ignorancia y la estupidez humana. 

Pequeña Palmira, paso comercial de caravanas, nudo de comunicaciones, para tí no han valido los puentes del diálogo, de la comprensión, del respeto a lo que un día fue y que ya no es. 

Te han mutilado, Palmira, han asesinado a tu protector,   degollándolo en público como a un becerro, en un último sacrificio, cruento, vil e injusto. Pobre Palmira, mártir y abandonada, envuelta en absurdas guerras que no se contentan con abatir hombres, también intentan matar a las piedras, y acallar la historia para sepultarla en la fría fosa del olvido. 

Pero no lo conseguirán, Palmira. No lograrán que mueras olvidada. Porque mientras quedemos algunos que te recordemos, que evoquemos tu memoria y tu recuerdo, seguirás viviendo, elegante y próspera como en tiempos de la reina Zenobia. Porque el recuerdo es vida eterna y sólo el olvido tiene el sabor de muerte. 





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