viernes, 12 de junio de 2015

La señora Delicado de Imaz







 Vicente López 

La señora Delicado de Imaz
(1833)

Óleo sobre lienzo. 109 x 86 cm
Museo del Prado, Madrid




Vicente López Portaña (1772 - 1850) fue un reconocido pintor valenciano nacido en una familia de gran tradición pictórica. Fue discípulo de Maella en la Real Academia de San Fernando. A partir de 1815 se instaló definitivamente en Madrid llegando a ser el pintor de cámara de Fernando VII, y Director del Real Museo de Pinturas. 

En su obra, influída por el movimiento romántico destacan los retratos de aristócratas y otros personajes ilustres. 

Vicente López: La señora Delicado de Imaz (detalle)

En el Retrato de la señora Delicado de Imaz nos encontramos con un retrato típico de la época. La dama, ricamente ataviada, está sentada en una butaca, mirando al espectador. Tras de sí tiene una ventana y un cortinaje que da gran teatralidad a la escena. Vicente López se entretiene en plasmar minuciosamente los encajes de la mantilla, caída sobre los hombros con gran precisión y detallismo.

La señora presenta una frente amplia y cejas muy pobladas que cubren parcialmente el entrecejo. En el labio superior presenta una pilosidad mayor que la habitual y una ligera sombra en el mentón hace sospechar que también en esta zona había vello, tal vez rasurado. En definitiva, un caso de hirsutismo con evidentes signos de androgenización. 




jueves, 11 de junio de 2015

Cabezudos con lunares


L'esquivamosques, uno de los cabezudos más populares de Girona.




Cabezudos de Girona 
(1957)

Cartón piedra
Museu d'Història de la Ciutat, Girona




En el Museu d'Història de la Ciutat de Girona encontramos algunas figuras de imaginería festiva, entre las que se cuentan los cabezudos que suelen desfilar en las fiestas y celebraciones, como parte del folklore local. 

Originariamente, los cabezudos desfilaban en la procesión del Corpus Christi, acompañando a los gigantes y al águila, símbolo del poder del municipio. Menos solemnes que los entremeses citados, los cabezudos (capgrossos o nans, en catalán) representan personajes populares, con aire ligeramente satírico y que están vinculados a algunos de los barrios o calles de la ciudad vieja. Tres de ellos hacen referencia al mundo del comercio y de los negocios, tres tienen connotaciones religiosas, dos a los payeses del entorno, uno a la gente de armas y  otro a la política del Ayuntamiento. Finalmente, el más popular de todos, llamado Esquivamosques hace alusión a la tradición y la leyenda. 


Efectivamente, en Girona existe la leyenda de Sant Narcís, el santo obispo patrón de la ciudad, que auxiliado por su ayudante S. Félix, introdujo el cristianismo en Girona.  Durante el sitio al que sometió a la ciudad Felipe el Atrevido de Francia, los gerundenses rogaron a su patrón ayuda y protección frente a la invasión. Cuentan que del sepulcro del santo salieron unas moscas que picaban exclusivamente a los 
sitiadores, propagando entre 
ellos una peste. Ante este imprevisto descalabro, el ejército francés optó por la retirada y St. Narcís se llevó con él nuevamente a las mortíferas moscas. 

Sin embargo al parecer, St. Narcís no se llevó todas las moscas. El cabezudo llamado Esquivamosques es un personaje bufo que presenta una mosca permanentemente adherida a su nariz y por mucho que lo intenta no logra ahuyentarla. Está enfadado con el santo por haberse olvidado de llevarse tan molesto insecto. Suele abrir la comitiva con golpes de latiguillo, en un frustrado intento de espantar a la mosca. 

Cabezudos de Girona: El Ciutadà.
El Ciutadà es un personaje que encarna a los antiguos ediles de la ciudad. De porte más distinguido que el resto, lleva el vestido y el tocado propio de su dignidad. Representa la burguesía que emergió en la ciudad durante el s. XIV y que pronto se constituyó en un poder ciudadano frente al poder feudal de la aristocracia y del obispo de Girona  (uno de los señores fuedales con más poder en la época). Naturalmente, a este cabezudo se le relaciona con el carrer de Ciutadans, en la parte "nueva" del burgo. 


Finalmente otro cabezudo es el conocido como el Tricorni, personaje tocado con este tipo de sombrero, que tal vez alude a un alguacil o a un soldado mercenario. 

Tanto éste como el Ciutadà y l'Esquivamosques (también llamado En Berruga) presentan unos visibles nevus pigmentarios en la cara. Esta circunstancia hace reflexionar sobre el papel peyorativo y satírico que tenían los lunares en la cultura popular, poniendo así de manifiesto que eran general motivo de risas y chanzas. 

http://www.pedresdegirona.cat/separata_vigilia_corpus_3.htm

  

miércoles, 10 de junio de 2015

Kaposi, el dermatólogo que cambió de nombre

Busto de Moriz Kaposi en la Universidad de Viena.



Johannes Benk 

Busto de Moriz Kaposi  
(1837 -1902)

Universidad de Viena  



Moritz Kohn, llamado Kaposi (1832 -1902), nació en la pequeña ciudad húngara de Kaposvár. De modesta familia y origen judío, decidió ir a Viena a estudiar Medicina. Su apellido delataba su origen hebraico, lo que era un inconveniente en la católica Viena imperial. Así que decidió convertirse al catolicismo y en 1871 cambió su apellido por el de Kaposi, nombre que hacía referencia a su ciudad natal, Kaposvár, y al río Kapos, que le da su nombre. Esta costumbre era bastante frecuente en aquel tiempo y se conocía como magiarización.  

Tras doctorarse en la universidad de Viena, fue durante unos años el ayudante de Ferdinand von Hebra, el gran dermatólogo austríaco, y al poco tiempo se casó con su hija. Como su maestro, llegó a ser una celebridad en dermatología, y a la muerte de Hebra, se convirtió en su sucesor. Como maestro, Kaposi estaba a la altura de Hebra, y los estudiantes de todo el mundo siguieron asistiendo a las lecciones de dermatología en Viena.


Retrato de Kaposi. Óleo sobre lienzo. 

Kaposi contribuyó a la dermatología con diversos cuadros clínicos, ya que la clínica era su principal punto de interés. En 1869, todavía con el nombre de Kohn, publicó sus primeros trabajos sobre lupus eritematoso. En 1872, ya como Kaposi, trató con mucho mayor detalle esta enfermedad, siendo el primero que destacó su carácter sistémico. En otras muchas publicaciones (hasta un total de 110) se ocupó de variados temas, como eritema multiforme, rinoscleroma, micosis, etc.

Lupus eritematoso , en una lámina del libro de Kaposi
Handatlas der Hautkrankheiten (1898)
De carácter bastante vanidoso, gustaba de aplicar a las enfermedades que él había descubierto el calificativo latino mihi, para significar descrito por mí. Así, se refería por ejemplo al xeroderma pigmentosum mihi. Aparte del xeroderma pigmentosum (1870), definió el lupus eritematoso sistémico (1872), la dermatitis papillaris capillitii y la erupción varioliforme de Kaposi (1887). Pero sobre todo, en la actualidad se le recuerda por su descripción del sarcoma múltiple pigmentado o sarcoma de Kaposi (1872), que ha cobrado en los últimos años una inusitada importancia por su vinculación con el sida.

Además de publicar el libro de Hebra, como ya hemos mencionado, Kaposi escribió su propia Pathologie und Therapie der Hautkrankheiten (1881), que fue traducida al francés por Besnier y al inglés por Johnson. Su atlas, en tres volúmenes , aparecido entre 1898 y 1900 contiene una de las más extensas y valiosas colecciones de iconografía dermatológica, sintetizando por primera vez las enseñanzas de las escuelas de París y de Viena.

Busto de Kaposi. 
Sociedad Japonesa de Dermatología, Tokio. 

Desde el punto de vista doctrinal, Kaposi siguió fielmente los criterios anatomopatológicos de su suegro, Hebra, combatiendo la teoría, más difusa e intuitiva, de las discrasias. Podemos decir pues que la dermatología, tal como la entendemos hoy, fue reconstruída sobre criterios de anatomía macro y microscópica gracias a las aportaciones de Hebra y Kaposi.  


martes, 9 de junio de 2015

La oración de los niños tiñosos


I. Pils (1813-1875), La prière des enfants teigneux


 Isidore Pils 

La oración de los niños tiñosos
(1853)

Óleo sobre lienzo.
Musée de l'Assistence Publique des Hôpitaux de París




Isidore Pils (1813 - 1875) fue un pintor francés que destacó sobre todo por obras religiosas y más tarde algunas de temas patrióticos (La Marsellesa, Tropas aliadas en Crimea)  

El cuadro que encabeza este escrito refleja un episodio que debía ser bastante habitual a mediados del s. XIX. Unos niños, sin duda recogidos en una institución religiosa de caridad se disponen a la oración en grupo, que dirige una monja. Muchos de ellos presentan la cabeza cubierta con gorros o vendajes, sin duda para ocultar su enfermedad, por estar realizando algun tratamiento paliativo o para evitar el contagio. El niño que ocupa el centro del cuadro, con la cabeza inclinada y la mirada huidiza muestra el cuero cabelludo, claramente afectado por la tiña: placas alopécicas o con los cabellos cortados, más o menos redondeadas y descamativas.

La tiña era muy frecuente en el s. XIX, como lo había sido en los siglos anteriores. Sólo en París se diagnosticaban más de mil casos anuales en aquel tiempo. La Medicina podía ofrecer poco: no se conocían tratamientos efectivos fuera de la aplicación de tinturas de iodo que apenas si tenían un efecto paliativo. Abundaban los charlatanes que preconizaban métodos brutales, como era el caso de la calota, practicada por los hermanos Mahon, que embadurnaban la cabeza de los pobres niños con una mezcla de brea, miel y unos polvos que preparaban ellos. Posteriormente se procedía a vendarla. Al cabo de unos días el vendaje, adherido firmemente a la piel, era retirado violentamente, provocando así una depilación brutal, en la que a veces seguían jirones de piel y se producían cuantiosas hemorragias. Este terrible método (que llegó a causar algunas muertes) fue practicado por estos curanderos durante los años 1809 a 1813. 

Lo único que se podía hacer era reunir los niños tiñosos en instituciones aisladas, para evitar el contagio. Al lado del hospital de Saint-Louis de París, el dermatólogo Charles Laillier (1822-1893) fundó una escuela de niños tiñosos con este fin (1866). Probablemente el momento que recoge el cuadro que presentamos aquí correspondiera a una institución de este tipo. 

lunes, 8 de junio de 2015

La sífilis terciaria de Maupassant





François-Nicolas-Augustin Feyen-Perrin

Retrato de Guy de Maupassant 

Óleo sobre lienzo
Palacio de Versalles 





Guy de Maupassant (1850-1893) fue un escritor francés, autor de gran número de cuentos y de algunas novelas. Destacan en su obra algunos cuentos de terror, que tal vez fueron reflejo de su miedo interior y de su particular circunstancia. Lejano ya a los planteamientos del Romanticismo, y cercano en muchos planteamientos al naturalismo constituye uno de los grandes exponentes de la literatura francesa del s. XIX. 

Muy promiscuo y de proverbial avidez sexual, que se aprecia al leer algunos de sus poemas como por ejemplo Désirs (Deseos), contrajo la sífilis a los 27 años, tras una relación con una de sus amigas con las que gustaba navegar por el Sena. Él mismo lo comentaba en una carta escrita el 2 de marzo de 1877 a su amigo Pinchon: 
"No adivinarías nunca el maravilloso descubrimiento que mi médico acaba de hacer en mí... La sífilis... Tengo la sífilis, la verdadera, no las miserables purgaciones, no la gota eclesiástica, no las burguesas crestas de gallo o las leguminosas coliflores... no: la sífilis, de la que murió Francisco I. La verdadera, la elegante sífilis (...) Y estoy orgulloso, pardiez, tengo la sífilis y por consiguiente ya no tengo miedo de contagiarme"

El 11 de marzo recibió un tratamiento a base de arsénico y de yoduro potásico, pero le causó transtornos digestivos y tuvo que suspenderlo. Realizó curas de aguas sulfatadas, y tomó otros remedios habituales en la época como el jarabe de Gibert, píldoras de Ricord y licor de Van Swieten. 




Paul-Émile Boutigny (1854-1929), 
Boule de suif (1884),
inspirada en una obra de Maupassant.
Óleo sobre lienzo 200 x 145 cm.
Musée des Beaux-Arts de Carcassonne.


En 1880 comenzó a presentar transtornos en un ojo, que se le agravan al año siguiente. En 1888, uno de los ojos estaba en midriasis, mientras que el otro en miosis. Al poco tiempo ya no reaccionaban a la luz.  En 1890 escribía: 
"Esta imposibilidad  de servirme de mis ojos hace de mí un mártir. Sufro atrozmente (...) Ya no puedo escribir, ya no veo. Es el desastre de mi vida"
A partir del otoño de 1889 aparecieron los primeros transtornos ligados a la parálisis general progresiva (sífilis terciaria). Su actividad literaria había disminuído mucho y era ya casi nula. Maupassant iba de un balneario a otro, pero sobre todo comenzó a hacer excentricidades. Un día gesticulaba por la calle en pleno Boulevard Haussmann, insultando a viandantes imaginarios. Otro día luchaba con su bastón con tres perros rabiosos imaginarios, o se quejaba de estar impregnado de sal, que le causaba intolerables dolores de estómago...



Ernest Jean Delahaye (1855-1921), 
Mademoiselle Fifi (1889),
inspirada 
en una obra de Maupassant.
Óleo sobre lienzo 140 x 180 cm.
Presentado en el Salon des artistes français (n°599).


Comienza a quejarse de una neuralgia craneal y ocular, de disminución de la visión y de continuas alucinaciones auditivas. Vive en un miedo permanente de volverse loco:


«Tengo miedo de mí mismo, tengo miedo del miedo, pero, ante todo, tengo miedo de la espantosa confusión de mi espíritu, de mi razón, sobre la cual pierdo el dominio y que se enturbia por un miedo opaco y misterioso».

 Su aspecto se vuelve decrépito: su cara envejecida contrasta con un cuerpo todavía fuerte. 

En 1891 confiesa a su amigo el pintor Fournier: 
"Nadie me reconoce ya, es un hecho. Cada vez sufro más de horribles migrañas. Solamente la antipirina me da un poco de calma. Yo creo que es a causa de este veneno que tengo ahora terribles lagunas en la memoria. Me faltan las palabras más elementales. Si necesito decir la palabra "cielo" o "casa", estos vocablos desaparecen súbitamente de mi cerebro. Estoy acabado"
La  etapa final de la parálisis general progresiva de Maupassant comenzó la noche del 2 de enero de 1892. François y el marino Raymond se despertaron por un gran estrépito que provenía de la habitación del escritor. Lo encontraron ensangrentado y a punto de tirarse por la ventana. Había intentado dispararse con una pistola (pero su  asistente había prudentemente retirado las balas del revólver) y luego intentó degollarse con un abrecartas. Se vieron obligados a reducirlo y atarlo. Maupassant pasó la noche gritando:
"- ¿François, estás preparado? Nos vamos. Se ha declarado la guerra"
Informada su mujer, lo internaron en una clínica psiquiátrica en Passy (la clínica del Dr. Blanche, la misma donde Gérard de Nerval estuvo internado 40 años antes). Allí desarrolló sus ideas megalomaníacas y delirantes (típicas de la parálisis general progresiva de la sífilis terciaria):
"- Los Rothschild no han pagado todavía mi pensión?" 
"- Ollendorf y Havard han quebrado. Los 40 millones están puestos a mi nombre" 
"- Dios ha declarado desde lo alto de la Torre Eiffel que M. de Maupassant es el Hijo de Dios" 
"- Jesucristo se acostaba con mi madre, por eso soy Hijo de Dios"  
Durante las últimas semanas, Maupassant se quedó inmóvil, excepto durante algunos violentos episodios de epilepsia. Finalmente cayó en coma y murió el 6 de julio de 1893, completamente solo y sin ninguna presencia de amigos ni de familia. Está enterrado en el cementerio de Montparnasse. 

(Traducciones de textos franceses de Maupassant: Xavier Sierra) 


Désirs, de Maupassant: 




Désirs

Le rêve pour les uns serait d'avoir des ailes,
De monter dans l'espace en poussant de grands cris,
De prendre entre leurs doigts les souples hirondelles,
Et de se perdre, au soir, dans les cieux assombris.

D'autres voudraient pouvoir écraser des poitrines
En refermant dessus leurs deux bras écartés ;
Et, sans ployer des reins, les prenant aux narines,
Arrêter d'un seul coup les chevaux emportés.

Moi ; ce que j'aimerais, c'est la beauté charnelle :
Je voudrais être beau comme les anciens dieux,
Et qu'il restât aux coeurs une flamme éternelle
Au lointain souvenir de mon corps radieux.

Je voudrais que pour moi nulle ne restât sage,
Choisir l'une aujourd'hui, prendre l'autre demain ;
Car j'aimerais cueillir l'amour sur mon passage,
Comme on cueille des fruits en étendant la main.

Ils ont, en y mordant, des saveurs différentes ;
Ces arômes divers nous les rendent plus doux.
J'aimerais promener mes caresses errantes
Des fronts en cheveux noirs aux fronts en cheveux roux.

J'adorerais surtout les rencontres des rues,
Ces ardeurs de la chair que déchaîne un regard,
Les conquêtes d'une heure aussitôt disparues,
Les baisers échangés au seul gré du hasard.

Je voudrais au matin voir s'éveiller la brune
Qui vous tient étranglé dans l'étau de ses bras ;
Et, le soir, écouter le mot que dit tout bas
La blonde dont le front s'argente au clair de lune.

Puis, sans un trouble au coeur, sans un regret mordant,
Partir d'un pied léger vers une autre chimère.
- Il faut dans ces fruits-là ne mettre que la dent :
On trouverait au fond une saveur amère.

domingo, 7 de junio de 2015

Picasso y el sol

Cerámica de tauromaquia. Museu d'Art Modern, Céret.



 Pablo Picasso 

Escena de tauromaquia 
(1957)

Cerámica
Museu d'Art Modern, Céret



Pablo Picasso era un gran aficionado a los toros. Asistía a las corridas siempre que podía. En el sur de Francia son habituales los espectáculos taurinos, algunos en eescenarios tan grandiosos como los anfiteatros romanos de Nîmes o Arles. También en el pequeño pueblo pirenaico de Céret, en la Catalunya Nord hay una pequeña plaza de toros. Picasso frecuentaba Céret, donde había vivido de 1911 a 1914 y donde su amigo el escultor Manolo Hugué tenía una casa en la que Pablo pasaba temporadas. Por cierto que delante del coso taurino se levanta el monumento a los toreros de todo el mundo, obra de Manolo Hugué. 

Por la casa de Manolo Hugué pasaron grandes pintores, especialmente durante la Primera Guerra Mundial y la inmediata postguerra, donde se asilaron, huyendo de París. Personajes como Juan Gris, George Braque, Metzinger, Gleizes, André Lothe, Auguste Herbin, Pierre Brune, Chaïm Soutine, Pignon, Frank Burty Haviland, Max Jacob, Dubuffet... pasaron por Céret y dejaron recuerdos de su arte. Céret se convirtió en la Meca del Cubismo. Los recuerdos de estos artistas se han reunido en el actual Museu d'Art Modern de Céret, un pequeño y precioso museo que reúne obras de todos estos maestros. 


Pablo Picasso: La plaza de toros,
y la arena incendiada por el sol.
Musée d'Art Moderne, Céret


En el museo de Céret se agrupan también numerosas cerámicas sobre tauromaquia, realizadas por Pablo Picasso en 1957. Son cerámicas coloristas, que resaltan con vivos colores el amarillo del albero de la plaza bañado por el sol. En la que encabeza este escrito el artista destaca la potencia del sol, pintando sus rayos que caen inmisericordes sobre la plaza y los espectadores.

El sol. Picasso pinta el sol y la acción de sus rayos en muchas de sus obras. El sol, cálido y omnipresente. El sol, amigo y enemigo, causa y motivo de alegrías y penas. 

Salgo del museo pensando en el sol de Picasso y me encuentro con el sol de verdad. Los rayos de sol, apenas filtrados por los plátanos de la calle, caen a plomo sobre las tranquilas terrazas de los bares. Sigo pensando en el sol y en sus efectos. El sol que nos ilumina y alegra, pero que también es el causante de tantas quemaduras en los imprudentes que se exponen a él de forma inmoderada. O de la alta tasa de cáncer de piel que afecta, cada vez más a la población expuesta de forma crónica a sus rayos. Un abuelo, con la frente llena de manchas me mira, por encima del diario que parece hojear, mientras toma a sorbos su vasito de pastís. Suenan a lo lejos, acompasadas, las notas de un viejo acordeón. Un perro se despereza y bosteza lentamente. Hay que ver lo difícil que es evitar tomar el sol cerca del Mediterráneo!


Museu d'Art Modern de Céret: