martes, 7 de julio de 2015

Viruela

Viruela en un grabado chino.
En la mano, sostiene una rama de coral, considerada  curativa y apotropaica




Viruela 

Grabado chino 
Bibliothèque Nationale, Paris 




La viruela se conoce desde tiempo inmemorial. El primer caso demostrado fue el del faraón Ramsés V (fallecido en 1143 a.n.e.)

La viruela en un grabado chino, mostrando el
exantema y la hemorragia nasal 
La primera descripción clínica de la viruela la hizo el taoísta y filósofo Ko Hung, alrededor del año 300 d.n.e.: Al acercarse el nuevo año, hubo una infección estacional en la que aparecían pústulas en la cara que se extendían por todo el cuerpo, parecían quemaduras cubiertas de almidón blanco y se formaban de nuevo tan pronto como se rompían. La mayoría de los que padecían la enfermedad fallecían si no recibían tratamiento. Después de la recuperación, la piel queda cubierta de cicatrices y costras negras .

La viruela causó violentas epidemias en el pasado. Fue una enfermedad muy mortífera que diezmó a la Humanidad. Probablemente la pandemia con una mortalidad mayor, especialmente en el s. XVIII. 



A América llegó transmitida por los conquistadores españoles. Fue tal la mortandad que causó la viruela, el sarampión y otras enfermedades exantemáticas que se supone que solo sobrevivió una décima parte de la población del Imperio Azteca, facilitando así su conquista. 


Luis XV de Francia, que murió víctima
de la viruela
En Europa causó la muerte de plebeyos y nobles. Muchos reyes europeos murieron por su causa (María II de Inglaterra, Pedro II emperador de Rusia, Luis XV de Francia, Luis I de España...). Los que sobrevivían quedaban muchas veces ciegos (por las úlceras corneales) y con marcas visibles en la cara. Tal era la frecuencia de la viruela que en el s. XVII cuando se buscaba a un malhechor y se anunciaba su aspecto se destacaba "no tiene marcas de viruela en la cara" como un hecho absolutamente excepcional.  

La viruela causó la muerte de 500 personas en el s. XX. Mucho mas que los 320 millones de muertos por las guerras, la pandemia de gripe española de 1918 o la epidemia de sida de las dos últimas décadas del siglo. 

El último caso de viruela contagiado de forma "natural" fue el de Ali Maow Maalin, notificado el 26 de octubre de 1977 en Somalia. El 8 de mayo de 1980, la OMS declaró oficialmente erradicada esta enfermedad del planeta. Es la única enfermedad hasta la fecha erradicada por acción médica (por la vacunación).


Sin embargo, se decidió guardar virus de la viruela en algunos laboratorios de EEUU, Rusia, Inglaterra y Francia. A lo largo de los años setenta del siglo pasado fueron muchos los laboratorios que lucharon por convertirse en alguno de los pocos lugares en el mundo autorizados a conservar, e investigar, muestras de viruela. Pero en 1978 sucedió algo que hizo reconsiderar esa curiosa carrera por hacerse con una licencia de almacenamiento. Janet Parker era una fotógrafa médica que trabajaba en el departamento de anatomía de la University of Birmingham Medical School, en Gran Bretaña. Un año antes del suceso, el responsable del laboratorio de microbiología de esa universidad, Henry Bedson, había solicitado a la OMS permiso para poder conservar por tiempo indefinido las muestras de viruela que poseían, intentando librarse así de la orden de destrucción que obligaba a eliminar el virus en poco tiempo. La OMS denegó el permiso porque su inspección de seguridad de las instalaciones fue negativa. Sin embargo, Bedson mantuvo sus investigaciones hasta que el 11 de agosto la “vecina” del piso de arriba, Janet Parker, que  tenía su laboratorio fotográfico encima del laboratorio de microbiología donde se guardaba la viruela, enfermó. Aunque Parker había sido vacunada hacía años, sucedió lo impensable. El virus había encontrado un camino de escape en los conductos de ventilación del área de almacenamiento de muestras, llegando precisamente al piso superior e infectando a Janet. En cuanto se confirmó que se trataba de un caso de viruela, se armó un gran revuelo, tanto legal como sanitario. Se mantuvo a todo el personal y a cuantos habían tenido contacto con Janet bajo vigilancia. Su madre también se contagió pero logró sobrevivir. Por desgracia, un mes después de enfermar, Janet falleció, convirtiéndose en la última persona en todo el planeta que sucumbió a la terrible viruela y, su vecino del piso de abajo, el Dr. Henry Bedson, se suicidó. 

Se eliminaron entonces todos los virus de los laboratorios, excepto los del CDC, Atlanta (EEUU) y en el Centro para la Investigación en Virología y Biotecnología de Koltsovo (Rusia). Muchas veces se ha abierto el debate para destruir finalmente esas muestras, pero ahí continúan, bajo llave, vigiladas. Su conservación se basa en múltiples motivos, de mayor complejidad de lo que puede parecer a primera vista (por ejemplo podrían servir para fabricar vacunas, en el caso de que la viruela de los monos, producida por un virus muy similar y que está presente en África pueda transmitirse al ser humano) Pero la pregunta, inquietante, queda en pie: ¿La viruela podría regresar, como mortífera arma de guerra biológica?














lunes, 6 de julio de 2015

Los peludos y malignos bolcheviques




 Manno Miltiades

Cartel antibolchevique húngaro 
(1919) 



Manno Miltiades (1879 -1935) fue un deportista y artista húngaro. Practicó la pintura, escultura, caricatura, el cartelismo y el diseño gráfico. 

También fue un deportista destacado, conocido como Milti, especialmente en natación, ciclismo, remo y fútbol (campeón con el Club Gimnástico de Budapest, máximo goleador en 1901 y 1902, y jugó con la Selección Nacional Húngara). 

Como dibujante, realizó diversos carteles publicitarios propios de su tiempo. Algunos de ellos, como el que hoy aportamos, de propaganda política. En éste cartel se representa a un bolchevique como una bestia infrahumana, con un cuchillo entre los dientes y teñido de rojo. El color rojo simboliza bien su ideología y también se convierte en unos chorros sanguinolentos en sus manos, dejando claro así los crímenes que se le imputan. 

Para acentuar más el carácter infrahumano de los marxistas, el bolchevique aparece con el cuerpo totalmente cubierto de pelos como las bestias. Su abundante vellosidad se hace aún más manifiesta a nivel de las manos, hirsutas y deformes. Se trata pues de un recurso tendente a la llamada construcción del enemigo, en la que los oponentes se revisten de caracteres inexistentes y legendarios, en un intento de acercarlos más a los monstruos que a los humanos. 






La construcción del enemigo no es nueva. Se practica desde tiempos antiguos para denostar a los discrepantes y demonizar a los contrincantes o a los grupos raciales, políticos o religiosos a los que se pretende marginar. A estos grupos se atribuyen prácticas o atributos falsos pero que consiguen suscitar el odio de las masas. Uno de los recursos más habituales en las imágenes de los contrarios es precisamente el vello corporal, usado para subrayar la bestialidad de "los otros", y que ya fue empleado por los romanos frente a los bárbaros. Un recurso que si bien esta vez es usado contra los marxistas, también fue utilizado por los nazis como propaganda antisemita o contra el llamado fundamentalismo islámico en la actualidad. 


Similitud de la construcción del enemigo (carteles de propaganda anti-nazi versus publicidad anti-stalinista): 







domingo, 5 de julio de 2015

Enfermedades venéreas en la Edad Media


El clérigo cena con un matrimonio y se acuesta con la esposa mientras el marido reza en la terraza. 



 Miniatura del libro de 
Giovanni Bocaccio
(folio 108 verso)

Decameron 
(s. XV)

Bibliothèque du Arsenal, París




Las descripciones de enfermedades de transmisión sexual no abundan en los textos médicos y profanos durante el período medieval, hecho lógico si consideramos la enorme recesión cultural de la época. 

Sin embargo, a partir del siglo XII algunos tratadistas médicos aluden a tales afecciones, tomando conciencia de su posible contagio. Es el caso de Roger de Palermo, quien señaló que algunas lesiones de los genitales eran infecciosas y que podían contraerse mediante contacto sexual. Su discípulo Guillermo de Saliceto (1210-1277), profesor de Bolonia, dedicó, en su “Tratado de Cirugía”, un capítulo a 

“las pústulas blancas y a las corrupciones que aparecen en la verga y cerca del prepucio después de un coito con meretriz por esta y otras causas” 

En él confirmó la trasmisibilidad de las úlceras genitales, e ideó un método preventivo para evitar los contagios:

“El que quiera salvar su miembro de toda corrupción debe lavarlo con agua fría y vinagre cuando se viene de ver a una mujer sospechosa de impureza”.

Tales procedimientos estaban en consonancia con las normas higiénico-preventivas que se estilaban en la época y que hicieron surgir por doquier los tratados de dietética e higiene. Entre estos tratados cabe citar el “Régimen Sanitatis del rey Jaime II”, de Arnau de Vilanova, donde se efectúa el diagnóstico diferencial entre los condilomas anales y los hemorroides, con las indicaciones terapéuticas oportunas.


Una mujer entusiasta. Roman du comte d'Artois. Bibliothèque du Arsenal, Paris

Discípulo de Saliceto fue el milanés Lanfranchi, establecido en París, que definía los condilomas de esta guisa:
“...un higo es una excrecencia que crece en el prepucio y a veces en la cabeza del pene (...) tras un contacto con una mujer impura”
A finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV tiene lugar en Francia e Inglaterra una epidemia de uretritis contagiosa, probablemente gonocócia, que se conocía como “arsure”. Su principal síntoma era “un calor interno con excoriación de la uretra”. Esta enfermedad se extendió considerablente entre las prostitutas. Este fenómeno, junto con la aceptación general del posible contagio sexual, que como hemos visto estaba plenamente aceptado, tal vez indujeron a la reina Juana I de Provenza a establecer unas normas para el control sanitario de un burdel en la ciudad de Aviñón (1347). Cada sábado, un cirujano-barbero y la patrona del burdel revisaban a las mujeres, y si encontraban a alguna con síntomas sospechosos la separaban. Tal vez sea éste el primer precedente histórico de los controles sanitarios a prostitutas. 

viernes, 3 de julio de 2015

Un pintor muy estresado

A. Jawlesky. Autorretrato (1911)




 Alexej von Jawlensky

Autorretrato 
(1911) 

Óleo sobre cartón
Obersteg Foundation 
(en depósito permanente en el 
Kunstmuseum de Basilea)



Alexej von Jawlensky (Torzog, Rusia 1854 - Wiesbaden, Alemania, 1941) fue un pintor expresionista ruso que desarrolló su carrera en Alemania. De familia aristocrática, estuvo en relación con pintores expresionistas rusos, como Vassily Kandiski y Marianne von Werefkin. Formó parte del grupo Der blaue Richter (El jinete azul).  Su estilo se caracteriza por la sencillez de las formas y por un tratamiento del color que recuerda el primitivo arte popular ruso. 

En 1911 realizó este autorretrato, en el que aparece con semblante adusto y gesto preocupado, que podría hacernos sospechar que era un hombre muy estresado. Su cara aparece con un enrojecimiento centrofacial que nos recuerda (por color y distribución) una dermatitis seborreica, afección que precisamente se suele agudizar en circunstancias de estrés. Sin embargo, no debemos olvidar que se trata de una pintura expresionista, en las que el tratamiento del color no siempre refleja la realidad y frecuentemente es usado de forma aleatoria para reforzar la expresión de los personajes, por lo que toda prudencia es poca al enjuiciar desde el punto de vista dermatológico una obra como ésta. 

miércoles, 1 de julio de 2015

Quevedo, la sífilis y el Hospital de Antón Martín (IV): El hospital


Maqueta del antiguo Hospital de San Juan de Dios


León Gil de Palacio
(1830)

Plano maqueta de Madrid  

Museo Municipal, Madrid. 



En una entrada anterior hemos visto algunas de las habituales alusiones a la sífilis y al hospital de Antón Martín en la obra de Quevedo. Hoy seguiremos refiriéndonos a citas similares sobre este hospital, hoy desaparecido y que estaba situado en la plaza del mismo nombre (solamente queda en pie la que fue la iglesia del hospital). Había sido fundado por un discípulo directo de S. Juan de Dios, Antón Martín, que le dió el nombre.

El poeta se refiere frecuentemente a este  hospital, que era uno de los llamados "hospitales de bubas", es decir, que estaba especializado en el tratamiento de la sífilis. Allí se hacía sudar a los enfermos envueltos en sábanas:

"Envíala a Antón Martín 
donde yace y donde creo  
que purga la humana escoria 
en una fragua de lienzo" 

("A la perla de la mancebía de las Soleras": Antonuela La Pelada...)
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En otros pasajes alude a los dolores osteocopos, característicos de la sífilis ("mal francés"), que afligían a los enfermos del hospital: 

"Franceses son por la vida 
mis huesos de Antón Martín"
("Censura costumbres y propiedades de algunas naciones" Cansado estoy de la corte...)

Y a la alopecia sifilítica, nuevamente asociada al hospital de Antón Martín y al mal francés:

"Su casco es tercio pelado,  
pues tercera vez la rapa 
tonsura de Antón Martín
Monsiuríssima navaja" 
("A Marica la Chupona" Segunda parte de "Marica en el Hospital")

La sífilis constituía una afección muy frecuente, que llenaba de enfermos el hospital: 

 "Entró saludando a todos: 
Mas sus saludes no entiendo,  
que sólo ella en un verano 
pobló el hospital de enfermos"

("A la perla de la mancebía de las Soleras": Antonuela La Pelada...)

Una Eva barbuda


Pinturas murales de la bóveda de la Abadía de Saint-Savin



Creación de Adán y Eva 
y el pecado original 

Fresco (s. XII)
Bóveda de la Abadía de Saint-Savin, Vienne




La iglesia de la Abadía de Saint-Savin presenta la bóveda decorada con pinturas al fresco, con temas bíblicos y evangélicos. Una de las escenas representa la Creación de Adán y Eva según el relato del Génesis. Es una escena muy repetida en las pinturas murales y capiteles de la época y generalmente se adapta a un canon muy repetido en todas partes. 

En la pintura de Saint-Savin vemos, en primer lugar, a la izquierda una figura vestida, inclinada sobre otra, totalmente desnuda. La pintura correspondiente a la cara de la  figura vestida está dañada, pero es fácil colegir que se trata de la representación de Dios creador, que está modelando con barro la figura de Adán. En el otro extremo, se representa a Adán, desnudo, comiendo del fruto prohibido. La serpiente, erecta, lo ha tentado y ha conseguido su propósito. Hasta aquí, todo correcto y de acorde con el canon habitual. 

Pero en el centro encontramos una escena desconcertante: Dios (siempre con el nimbo crucífero) entre dos personajes, desnudos y con barba. ¿Quiénes son?

Podemos plantear varias posibilidades:

  1. El personaje de la izquierda podría ser Eva, saliendo de la costilla de Adán. Una representación frecuente en el románico, aunque en general, Eva sale realmente del costado y aquí parece superpuesta. Aunque no parece una explicación convincente, en este caso Eva lleva barba. Esta interpretación teológica haría hincapié en la idea de la creación única del hombre. Dios crea el hombre "a su imagen y semejanza". Más tarde diferencia los sexos: "macho y hembra los creó".
  2. Dios se dirige a sus dos criaturas Adán y Eva, para advertirles de la prohibición de comer del árbol prohibido. A mí me parece una posibilidad convincente, acorde con las representaciones habituales del Génesis, Sin embargo en este caso, Eva también sería un personaje barbudo.
  3. Puede interpretarse que Dios sólo se dirige a Adán y que este aparece "doblado". No me parece una explicación coherente y por lo tanto creo que debe ser descartada. En este caso Eva no aparecería y solamente Adán, siempre con barba se repetiría como en las viñetas de los comics. 
  4. Finalmente, cabe la posibilidad de que el hecho de representar a Eva barbuda fuese la consecuencia de una restauración realizada en el s. XIX. Tal vez como consecuencia de una distracción del restaurador.  

Personalmente nos inclinamos especialmente por la 2ª opción, que nos parece la más verosímil, y que plantea el misterio de la insólita barba de Eva. Recordando la connotación negativa que suele ir unida al pelo, la única hipótesis que se nos ocurre es que la barba podría ser la representación del pecado. El pelo, tanto en un hombre como una mujer sería considerado la marca de los pecadores, y la barba la mejor exteriorización del pecado original.  La primera hipótesis no nos parece tampoco desdeñable y subrayaría como ya hemos apuntado la idea de la creación única del género humano


Abbaye de Saint-Savin: