miércoles, 29 de junio de 2016

David Gruby (y IV): La práctica médica







Georges Henri Lemaire

Busto de David Gruby


Escultura en bronce. Tumba de David Gruby


Cementerio de Saint-Vincent. Montmartre. Paris. 



Cuando en mayo de 1854 David Gruby fue autorizado a ejercer la medicina en Francia, instaló una consulta privada, cerca de la estación de Saint Lazare de París. Antes, en 1844, había sido denunciado por un médico por haber ejercido la medicina sin licencia.

Gruby era un personaje muy especial. A pesar de que llevaba muchos años en Francia, hablaba muy poco francés y tenía un fuerte acento germánico. Su consulta tampoco era un modelo de orden. Había montones de libros y revistas científicas por doquier y a veces dificultaban el paso o se tenían que sacar de encima de una silla de la sala de espera para poder sentarse, o de encima de la mesa de exploración al ir a examinar al paciente. Su biblioteca era de unos 8000 volúmenes. Tenía tan mala letra que sus recetas eran ilegibles, por lo que a veces, al finalizar la consulta dictaba sus recetas al propio paciente. Y cuando sus pacientes le obligaban a escuchar largas peroratas sobre los avatares de sus vidas privadas, el Dr. Gruby se hacía el dormido. 


La puerta de la consulta de Gruby,
en el nº 66 de la rue Saint-Lazare. 


Pero todo esto no impidió que la consulta del Dr. Gruby pronto alcanzara una gran notoriedad. Muchos de sus clientes eran personajes muy conocidos en la sociedad parisina: Franz Lizst, Alphonse de Lamartine, Alphonse Daudet, Guy de MaupassantFréderic Chopin George Sand, los Dumas, Heinrich Heine, los hermanos Van Gogh...

A pesar de tan distinguida clientela, Gruby nunca le dió importancia al dinero. Sus honorarios eran módicos (10 francos por consulta). Decían que en su despacho estaban esparcidos por todas partes los cheques de sus pacientes que él había olvidado de ir a cobrar. Y más de una vez, al terminar de atender a algún paciente pobre, el Dr. Gruby no sólo no le cobraba la consulta, sino que se sacaba dinero de su bolsillo para dárselo al enfermo y asegurar así que tuviera bastante dinero para pagarse el tratamiento sin menoscabo de su maltrecha economía. 

Los métodos de tratamiento usados por Gruby eran originales y curiosos. Era poco aficionado a usar muchos medicamentos. En cambio, sabía como tratar con el paciente, que muchas veces tenía problemas más bien de tipo psicosomático.
                      
Una vez, una paciente hipocondríaca acudió a su consulta. Presentaba gran disparidad de síntomas, sin base somática demostrable. Gruby le recetó un gran número de botellitas conteniendo soluciones de diversos colores. A cada hora tenía que tomar una cucharadita de una de estas soluciones, según unas instrucciones minuciosamente especificadas en la receta. El orden de las ampollas variaba según los días. Al cabo de un mes, los síntomas de la hipocondríaca se habían resuelto.

 
Alexandre Dumas (padre) uno de los clientes ilustres 
de la consulta privada del Dr. Gruby, en París. 
(Retrato de A. Dumas. 
Fotografía a la albúmina, de Nadar)















Cuentan que Alexandre Dumas padre, le consultó una vez. Gruby observó que el problema que le planteaba se resolvería con dieta y ejercicio. Su receta fue la siguiente:
         "Levántese por la mañana a las a las 6 en punto. Compre tres manzanas en  el mercado. Coma la primera   en el  Arco    de Triunfo, la segunda  en el   Quai d'Orsay y la tercera enfrente la Madelaine. Vuelva    a casa.  Haga  todos los trayectos  caminando. Haga esto cada día durante quince    días y  vuelva a    verme"

En la siguiente visita, Gruby encontró a Dumas mucho mejor.

Gruby visitaba por la tarde, y luego daba largos paseos con sus amigos hasta bien entrada la noche, por Champs Elysées. También le gustaba organizar cenas en su casa, cada 15 días, donde reunía a grupos de 5-6 personas: literatos, científicos, intelectuales, médicos (Louis Ulbach o Laverrière). Además de la amena tertulia, le gustaba dar a degustar algunas cervezas, de las que era un gran amante.  

Gruby, que era soltero, vivía en un enorme caserón en la rue Lepic 100, de Montmartre, lleno de obras de arte, plantas exóticas, gatos y otros animales domésticos, a los que adoraba. En la parte superior de la casa instaló un observatorio metereológico y astronómico en 1860. 

Rue Lepic, de Montmartre. En el núm 100 de esta calle 
estaba situada la casa de David Gruby

Durante el sitio de París por las tropas prusianas, en 1870, cedió su casa como hospital de guerra. Era tan grande, que allí pudieron instalarse cuarenta camas. El observatorio astronómico también fue usado por el gobierno, con permiso de Gruby, para reforzar la vigilancia militar, ya que era alto, estratégicamente situado y dotado con potentes telescopios. Gruby se mostró muy activo durante el sitio, pagando de su propio dinero la construcción de un centro de socorro y un servicio de ambulancia para atender a los soldados heridos durante la contienda. También se ofreció como médico voluntario civil y atendía personalmente a los heridos. Su ingenio se manifestó también en esta ocasión: para trasladar mejor los heridos inventó la camilla de ruedas. También diseñó un esterilizador portátil de ropa y esclareció algunos aspectos desconocidos sobre el uso del cloroformo y el éter, que había experimentado en animales. Antes de la contienda, ya se había interesado en estos temas y había escrito dos volúmenes sobre "Aparatos e instrumentos del Arte Médico", acerca de sus ideas sobre organización y materiales de socorro militares. En agradecimiento por todas estas contribuciones la República Francesa lo nombró Caballero de la Legión de Honor (1890). 

Era muy caritativo y contribuía con importantes sumas de dinero a diversas sociedades caritativas y asociaciones científicas (Cruz Roja, Sociedad de Mujeres de Francia, Asociación de Damas Francesas, Socorro Austro-Húngaro en París, Sociedad Protectora de Animales, Sociedad contra el abuso del tabaco...) Donó sus colecciones de arte a diversas instituciones, si bien con los avatares posteriores a su muerte no se ha podido encontrar el paradero de estos legados. 




Bibliografía

Beeson BB. David Gruby, M.D. Arch Dermatol. 1931: 23: 141-144


Sierra X. Historia de la Dermatología. Mra, Creación y realización editorial. Barcelona 1994.

Sierra X. Historia de las Micosis Cutáneas. Mra. Creación y realización editorial. Barcelona, 2004.

Sierra X. Dermis y Cronos. Ed. Planeta de Agostini, Barcelona 1995. 

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