jueves, 6 de octubre de 2016

Dermatólogos judíos bajo el III Reich (IV): Boicot a consultas privadas





Julius Streicher

Inge va a un médico judío 
(1933)

Ilustración del libro Der Giftpilz 
(El hongo venenoso) 
Berlín. 


Hoy comenzamos con la ilustración de un cuento para niños Der Giftpiltz (El hongo venenoso) publicado en la Alemania nazi en 1938. Era un libro lleno de mensajes antisemíticos para imbuir el odio racial a los niños alemanes. Para desprestigiar a los judíos no dudaba en aportar citas falsas del Talmud. El librito prevenía del peligro que podía suponer acercarse a un judío, ya fuese tendero, médico o maestro. En uno de sus capítulos se alertaba del riesgo que corría una chica alemana que decidía visitar a un médico judío. La descripción del médico es totalmente tendenciosa, dirigida a cultivar el temor en los jóvenes lectores, con todo tipo de tópicos y estereotipos malintencionados: 
"Sus ojos toparon con la cara del doctor. Y su cara era la cara del Diablo. En medio de su demoníaca cara destacaba una enorme y ganchuda nariz. Tras sus gafas se vislumbraban sus ojos criminales. Sus labios prominentes dibujaban una mueca maligna" 
Efectivamente, el nacionalsocialismo quiso apartar a los judíos de todos los lugares de prestigio y responsabilidad. Y como parte de esta campaña, se promulgaron diversas medidas contra los médicos judíos, muchos de ellos dermatólogos. 

El boicot a las consultas médicas judías no fue una exclusiva del III Reich.
También se practicó en regimenes afines, como la Francia de Vichy del Gral. Pétain. 

Amenazas a las consultas privadas

Ya hemos visto en una entrada anterior como los médicos judíos fueron apartados de sus cargos en los hospitales y universidades. Pero el nazismo no se limitó a eso. El hostigamiento contra los dermatólogos de origen judío continuó. Se efectuó propaganda directa e indirecta para que el público no asistiera a los consultorios privados de médicos judíos. Se propalaban burdos bulos, como que los dermatólogos judíos hacían desnudar a sus pacientes para excitarse sexualmente, que las tocaban impúdicamente o que intentaban besarlas. Una de las calumnias más repetidas era precisamente esa: que los judíos eran unos libidinosos y obsesos sexuales, que no dudaban en propasarse e incluso violar, si podían, a las chicas "arias". 


Placas de consultas de médicos judíos en 
los que se ha pegado la advertencia:
"Cuidado! Judío! Prohibidas las visitas"
Los consultorios dermatológicos languidecían. Los pacientes de compañías aseguradoras habían casi desaparecido (las mutualidades desaconsejaban a sus asegurados acudir a un médico judío). Los funcionarios públicos también tenían prohibido asistir a la consulta de un médico no ario. 

Los escasos pacientes privados que insistían en ser tratados por judíos eran motivo de chanzas y frecuentemente advertidos con cartas en tono disuasorio y amenazador, como ésta, enviada por un  agente de la Alta Comandancias de las SA en Nuremberg:

“He sabido que está Vd. siendo tratado por un médico judío. Pero los alemanes debemos acudir sólo a médicos alemanes. Un judío no es un alemán. Esto también debe servir para recordarle que Vd. recibe sus beneficios públicos del pueblo alemán y no del pueblo judío. Los judíos sólo se benefician de la hospitalidad de Alemania. Espero que esta instrucción sea suficiente para que Vd. actúe como alemán de aquí en adelante. Pienso observarle atentamente para ver si Vd. toma en consideración mi advertencia. En caso de que haga caso omiso, tendremos que solucionar este asunto de otro modo. Heil Hitler!”

Hasta tal punto llegó la presión que muchos médicos no judíos decidieron especificar su procedencia aria en las recetas, imprimiendo un membrete con la cruz gamada y la leyenda “Deutscher Artz” (Médico alemán)


Las leyes de Nuremberg

En septiembre de 1935 se promulgaron las llamadas “leyes de Nuremberg”, coincidiendo con la clausura del congreso anual del NSDAP en esta ciudad alemana.   Entre estas nuevas leyes estaba la Ley de la Protección de la Sangre Alemana y del Honor Alemán, por la que el matrimonio y las relaciones sexuales entre alemanes y judíos se consideraba un delito. Se complementaron con un decreto que definía quien debía considerarse judío, a efectos legales. Se consideraba judío propiamente dicho a quien tuviera tres abuelos judíos, o quien tuviera dos y conservara la religión judía o estuviera unido en matrimonio a un/a judío/a. De todos modos, para menores parentescos subsistían también ciertas formas de discriminación.  


   Miembros del NSDP llevando carteles 
con la advertencia:
"Alemán, no compres a los judíos"
Según las leyes de Nuremberg todos los judíos fueron privados del pasaporte alemán y clasificados como simples "residentes en Alemania" aunque llevasen varias generaciones naturalizados en el país. Los judíos comenzaron a experimentar serias restricciones. No podían entrar en cines, teatros o bibliotecas. Los negocios de los judíos comenzaron a sufrir no ya boicot sino asaltos violentos que duraron hasta finales de 1935. En esta fecha, ante las críticas de H. Schacht, presidente del Reichsbank y ministro de Economía (que calificó la situación de irresponsable) se abrió un período de dos años de relativa moderación, época en la que se celebraron los Juegos Olímpicos de Berlín (1936). 

En 1937 Schacht, que se oponía a la importante carrera armamentista,  dimitió como ministro de Economía,  siendo sustituído por Hermann Goering . En abril de 1938 se promulgó un decreto por el que se expropiaban todas las propiedades de los judíos, que debían donarse al Estado, “en interés de la economía alemana”.


Artículo en la prensa diaria con datos sobre la masiva
emigración de los médicos judíos al extranjero. 
Este decreto afectó a las propiedades de los médicos judíos. Muchos de ellos  habían ya emigrado al extranjero. Pero quedaban más de 5.000 médicos en Alemania. Algunos de ellos, desposeídos de cargos, clientes, bienes y derechos, subsistían desempeñando otros oficios y profesiones sanitarias (masajistas, industria farmacéutica, enfermeros...). Pero otros (cerca de 4.000) todavía intentaban, contra viento y marea, ejercer la profesión médica en sus consultas. Pero en estas circunstancias era muy difícil. Los ingresos de estos médicos eran muy escasos. Un médico judío ganaba unos 300 Reichsmarks /año, contra los 13.000 de un médico ario.


Derogación de las licencias médicas

El 25 de julio de 1938 se proclamó un decreto  por el que se derogaban las licencias de ejercicio de los médicos judíos y se les prohibía ejercer la medicina.  Pero como que tampoco se permitía a los médicos arios atender a enfermos judíos, se toleró que algunos médicos judíos en ejercicio fueran autorizados a seguir atendiendo exclusivamente a enfermos judíos, si bien debían estar provistos de un permiso especial. En estos certificados se evitaba darles el título de "médico". Se había sustituído por el eufemismo despectivo de curadores de enfermos (709  de los 4000).



Placa de consulta médica, con el distintivo de la estrella de David.
"Médico judío solamente para pacientes judíos". 

Uno de estos “curadores de enfermos” fue Felix Pinkus. Había sido el secretario de la Sociedad Alemana de la Lucha anti-venérea y de la Sociedad Berlinesa de Dermatología; había descrito el lichen nitidus, y varias estructuras anatómicas en el folículo pilosebáceo; era el autor de un extenso capítulo sobre anatomía de la piel en el Handbuch de Jadassohn; había luchado en el ejército alemán durante la I Guerra Mundial, alcanzando la Cruz de Hierro; había dirigido una importante clínica privada en Berlín y había sido Director del Hospital Municipal de Mujeres en Berlín-Reinickendorf. Ahora solamente podía atender judíos, y estaba obligado a poner una estampilla con la estrella de David en sus recetas.


    



Bibliografía


Sierra X. Historia de la Dermatología. Mra Creación y realización editorial. Barcelona, 1994


Sierra X. Dermis y Cronos. La dermatología en la historia. Ed. Planeta de Agostini. Barcelona, 1995

Sierra X. Historia de las enfermedades cutáneas producidas por hongos. Mra Creación y realización editorial. Barcelona, 1996.

Sierra X. Los dermatólogos judíos en la Alemania Nazi. En: Sierra X (ed): Cien Años de Dermatología 1900-2000, pp. 55-69

Weyers W. Death and Medicine in Nazi Germany. Dermatology and Dermatopathology under the swastika. Ardor scribendi, ltd. Philadelphia, 1998.

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