martes, 18 de octubre de 2016

La medicina de guerra en los últimos 100 años







La asistencia a los heridos 
y a las víctimas, de la 
Gran Guerra a nuestros días 

(Exposición temporal: 
8 octubre 2016- 31 marzo 2017)

Memorial de Verdun (Francia)




En la fotografía de arriba puede verse a una enfermera y un médico militar, que se disponen a realizar una cura a un soldado herido en la batalla. Esta es una de las fotografías ilustrativas que pueden verse en la exposición temporal del Memorial de Verdun, en las que se revisa como ha evolucionado la medicina de guerra desde la Primera Guerra Mundial hasta nuestros días. 

Por el número de heridos y suis peculiares características (la mayoría, heridos en las trincheras) la Primera Guerra Mundial (1914-1918) marcó un hito en la medicina bélica. En la batalla de Verdun (febrero-diciembre de 1916) cayeron heridos 216.000 soldados franceses y 196.000 alemanes (316 muertos o desaparecidos entre ambos campos). Durante los primeros días (21-29 febrero) se evacuaron 20.000 heridos del frente, es decir, 2.500 heridos diarios. Esto supuso un cataclismo para la Sanidad Militar, que no estaba preparada para una guerra tan agresiva y mutilante, y muchos de los heridos morían antes de haber podido ser atendidos. 

Sin embargo, el Estado Mayor supo reaccionar. Pronto se puso en marcha una cadena médica de evacuación, que contemplaba desde los primeros auxilios efectuados por los camilleros casi en el lugar donde habían sido heridos hasta su recuperación en el hospital militar de retaguardia.  Se desplegaron estructuras de hospitales de campañacerca de las trincheras para evitar largos y pesados desplazamientos que podían ser funestos para los heridos graves. Progresivamente se dispuso una densa y jerarquizada red sanitaria de soporte. 

Tras la herida de guerra el esquema cronológico a seguir era en general el siguiente: 

10 minutos. Primeros auxilios a los heridos efectuados por los camilleros en el lugar de la refriega. Generalmente dirigidos a detener las hemorragias.

30 minutos. Tiempo necesario para la medicalización del herido (primera desinfección, vendajes, somera asistencia respiratoria) Estabilización del herido.  

1 hora.  Tiempo necesario para la evacuación medicalizada.

2 horas.  El herido debe ser atendido por una unidad médico-quirúrgica, por parte de unidades especializadas dispuestas en la retaguardia

Esta cadena debía realizarse contra reloj, en un precario equilibrio entre la crítica situación del herido y la necesidad de recorrer ciertas distancias, con precarios medios de transporte que debían salvar en muchos casos accidentes orográficos. 

Evacuación de un herido de la trinchera
durante la Primera Guerra Mundial
El progreso técnico también ha ido aplicándose a la medicina de guerra. 


En la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, se comenzó a usar la solución de Dakin-Carrel, un antiséptico de acción rápida a base de hipoclorito sódico (0'5%), y ácido bórico (4%). Fue ideada por el químico inglés Henry D. Dakin (1880-1952) bajo la supervisión y asesoramiento de Alexis Carrel (1873-1944) que fue Premio Nobel de Química. La solución de Dakin se usó por primera vez en agosto de 1915, y demostró su efectividad, hasta el punto que todavía es usada actualmente (ligeramente  modificada).

También en la Primera Guerra Mundial nació la psiquiatría de guerra, que atendía las alucinaciones de los que regresaban de las trincheras. La psiquiatría de guerra se desarrollaría algunas décadas más tarde, en los años 70, tras el retorno de los veteranos de la guerra del Vietnam. 


Memorial de Verdun


En la Primera Guerra Mundial se avanzó en el conocimiento del llamado "pie de las trincheras" causado por permanecer mucho tiempo quieto y con los pies encharcados. Esta condición había ya sido descrita ya por el médico militar Larrey en las Guerras Napoleónicas, pero fue en la Gran Guerra cuando hizo mella en las tropas atrincheradas y cuando se le dió el nombre con el que se conoce actualmente. Las tropas permanecían semanas en las trincheras anegadas de agua. La combinación de frío y humedad reblandecía la piel, que presentaba efracciones y grietas que se sobreinfectaban fácilmente. Los primeros síntomas eran piel fría, entumecimiento, prurito y hormigueo. Más tarde la piel se hinchaba y aparecía un edema rojo y doloroso del pie, que a veces tomaba un tinte azulado (cianosis) por falta de aporte sanguíneo. Aparecían focos infecciosos y supurantes, linfangitis y hiperpulsatilidad arterial. Si no se trataba a tiempo, se producían gangrenas, que requerían la amputación del miembro. 

La lucha contra las infecciones ha sido también un capítulo de importancia. Con el desarrollo del método Trueta, durante la Guerra Civil Española y la introducción de las sulfamidas y antibióticos respectivamente en cada uno de los bandos durante la Segunda Guerra Mundial. También la cirugía reparadora, ortopédica y maxilo-facial ha progresado considerablemente durante los conflictos bélicos de las últimas décadas. 



Médecine de Guerre:





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