lunes, 26 de diciembre de 2016

El ángel que dió fin a la peste





Anton van Verschaffelt

El ángel del Castel Sant'Angelo
(1753)

Estatua de bronce
Castel Sant'Angelo. Roma.  



Cualquier visitante, turista o peregrino que haya pasado por Roma habrá reparado en la inmensa mole de un castillo a las orillas del río Tíber, que se visualiza fácilmente desde muchos lugares de la ciudad. Es el Castel Sant'Angelo, el castillo del ángel, una de los lugares emblemáticos de la ciudad eterna. 

Perin del Vaga: Fresco representando al emperador Adriano. Sala Paolina. 
Castel Sant'Angelo, Roma.
Aunque cueste de creer por sus notables dimensiones, este enorme edificio fue erigido primitivamente como mausoleo del emperador Adriano. 

Un inmenso monumento funerario para un emperador que amaba los placeres del cuerpo y que poco antes de morir escribió una bellísima poesía llena de sensibilidad en la que se despedía de su propia alma, que tantos placeres le dió en vida y que fue como su último testamento y epitafio: 


"Animula vagula blandula
Hospes comesque corporis
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula
Nec, ut soles, dabis iocos"


(“Pequeña alma mía, tierna y vaporosa / huésped y compañera de mi cuerpo / descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, / donde habrás de renunciar a los juegos de antaño.”)
Más tarde el mausoleo fue reutilizado para diversos usos: fortaleza, palacio papal, mazmorra...

El ángel en la cima del Castillo
Su nombre actual deriva de la enorme escultura de bronce que lo remata y que representa al arcángel San Miguel. La leyenda que vincula el castillo con el angélico protector es muy antigua, y al parecer se remonta al s. IX. En aquel tiempo se extendieron por Roma los rumores de una milagrosa aparición sucedida algunos siglos antes en la cima del mausoleo. 

Bajo el pontificado de Gregorio I Magno (590-604) los romanos se vieron afligidos por una terrible epidemia de peste. Para invocar la misericordia divina el papa Gregorio organizó una procesión hasta la tumba del apóstol Pedro en el Vaticano. Amedrentados por la epidemia, la participación del pueblo fue masiva. Cuando la comitiva llegó a la altura del mausoleo de Adriano, los romanos vieron a un ángel surcando el cielo mientras envainaba una espada flamígera. Era el día 29 de agosto del 590 y tras esta visión, la pestilencia desapareció.

A esta leyenda se debe el nombre con el que se conoce hasta hoy el monumento, y también la construcción en su cima de una capilla dedicada al arcángel. La coronaba la figura de un ángel y por eso fue llamada "Sancti Angeli usque ad coelos", es decir, hasta las nubes, y que probablemente estaba situada en la actual Sala della Rotonda

El ángel de mármol con alas de bronce obra de Raffaele di Montelupo
La estatua del ángel era primitivamente de madera, que pronto se dañó por la intemperie. Un segundo ángel, de mármol, fue destruído en 1379 en un asedio y sustituído en 1453 por un ángel de mármol con las alas de bronce, que no duró muchos años: en 1497 un rayo hizo explotar un polvorín en el castillo y se le sustituyó por uno de bronce dorado, que a su vez fue fundido durante un asedio para fabricar cañones. Le sucedió una estatua de mármol con alas de bronce, obra de Raffaele di Montelupo. Finalmente, en 1753 llegó la estatua actual de bronce, obra de Peter Anton van Verschaffelt.  

El ángel normalmente está en ademán de envainar la espada. Simbólicamente, este gesto es un ademán protector, que termina con las pestes, guerras y posibles calamidades que puedan afectar a la ciudad de Roma. Pero existe la costumbre de que en tiempo de guerra la espada esté desenvainada, el alto, como si con su gesto retador el ángel quisiera proteger a los romanos de los ataques enemigos. Esperemos, para bien de Roma, que el ángel siga durante mucho tiempo envainando la espada y que la paz, la salud y la prosperidad estén con los habitantes de la ciudad. 





Il Castel Sant'Angelo:



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