domingo, 18 de diciembre de 2016

Ungir los pies a la novia





Nova nuptia
(150-170 d.C.)

Relieve de sarcófago con escena nupcial 
Mármol pentélico. 
(Colección Drago Albani)
Museo Nacional Romano. Palazzo Altemps
Roma.




Este relieve representa el rito del lavatorio de los pies que en la tradición romana precedía de forma preceptiva a la boda. Los estudiosos no se ponen de acuerdo si la novia representada es Hipodamia o Electra y aún otros piensan que puede tratarse de Ifigenia. Lo cierto es que antes de los esponsales los pies de la novia eran lavados cuidadosamente, secados y ungidos posteriormente con aceites perfumados que se aplicaban con una esponja. Esta operación era realizada por la madrina o pronuba, que tenía que ser una matrona casada una sola vez, univira

La pronuba también acompañaba y ayudaba a la novia en todos los rituales de boda, que eran muchos. Le recogía el pelo en moños y la cubría con un velo anaranjado, el flammentum, que le cubría la cara. Sobre éste solía ponerse una corona de flores. La novia debía dormir la noche antes vistiendo la túnica blanca de novia que iba recogida delante del pecho con el cingulum herculeum, un cinturón con doble nudo de lana.

El acto de la boda en sí consistía en firmar las tabulae nuptiales, contrato mediante el que se fijaban las cláusulas de restitución de la dote en caso de futuro divorcio, delante de diez testigos. Luego se entregaban los anillos que se ponían en el dedo anular, donde se creía que un nervio los conectaba directamente al corazón. Los anillos ahuyentaban los malos espíritus y eran circulares como símbolo de eternidad. 

La pronuba unía las manos de los contrayentes, que pronunciaban la fórmula nupcial: 
- "Ubi tu Gaius, ego Gaia(donde tu vayas, allí iré yo)

En el convite de bodas, el marido ponía una torta de trigo en la cabeza de la novia, simbolizando la fertilidad. Él comía una parte y los invitados se disputaban las migas. Con el tiempo dió origen a la costumbre de la tarta de boda. 

Después, los novios se dirigían a la casa de la novia donde el cónyuge simulaba arrancar a su esposa de los brazos de su madre. Luego iban a la casa del marido donde los acompañantes levantaban a pulso a la esposa para que entrara en la casa sin tocar el quicio de la puerta y allí se le entregaba agua y una antorcha de espino, símbolos del culto del hogar.  


Grabado neoclásico reproduciendo la unción de los pies de la novia con ungüentos perfumados











     
Este relieve, datado al inicio de la época antonina (150-170 d.C.)  fue uno de los que inspiró a Winckelmann en el s. XVIII el movimiento neoclásico y lo encontramos reproducido en grabados de esta época. 

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