martes, 10 de enero de 2017

La sarcoidosis de Robespierre








Philippe Froesch y Philippe Charlier

Reconstrucción virtual en 3D de la cara de Robespierre

Reconstruída por Visual Forensic 
a partir de la máscara funeraria del 
Museo Granet. Aix-en-Provence.




Maximilien Robespierre (1758-1794) fue un abogado, escritor, orador y político francés, uno de los líderes más destacados de la Revolución. Jefe de la facción más radical de los jacobinos, era apodado "El Incorruptible". Fue diputado, presidente de la Convención Nacional en 2 ocasiones y Miembro del Comité de Salvación Nacional, entidad que gobernó Francia con puño de hierro durante el período conocido como el Terror (1793-1794), en el que hubo continuas persecuciones políticas, juicios y condenas a muerte por traición y sedición. Finalmente, tras la muerte de Danton fue víctima de un complot, detenido y guillotinado el 28 de julio de 1794 (10 de Termidor, en el calendario de la Revolución). En el momento de su ejecución tenía 36 años. 

Máscara mortuoria de Robespierre, moldeada por Mme Tussaud.
La lesión de la mandíbula estuvo ocasionada por un disparo de
pistola, que recibió poco antes de su ejecución.
En un artículo publicado en The Lancet el 20 de diciembre de 2013, Philippe Froesch, del Laboratorio Visual Forensic (Barcelona), un especialista en reconstituciones faciales en 3D, y Philippe Charlier, del équipo de Anthropologia médica y médico-legal del UFR de las Ciencias de la Salud en Montigny-le-Bretonneux (UVSQ / AP-HP, Yvelines), han comprobado que Robespierre, tal como lo describían las crónicas de sus contemporáneos era un ser enfermizo. La reconstitución en 3D de su cara han demostrado que sufrió la viruela, transtornos visuales, ictericia y frecuentes epistaxis. El "incorruptible" no gozaba de buena salud. 

Los especialistas se han basado en unos moldeados de su cara, dos máscaras mortuorias. Una de ellas está conservada en el museo Granet en Aix-en-Provence, y una copia en el Museo Nacional de Historia Natural de París (Musée de l'Homme). Los forenses se han basado en los datos proporcionados por estas dos máscaras para reconstituir su aspecto físico y poder obtener así datos de la cara de Robespierre. También han estudiado a fondo los documentos y testimonios de la época para complementar el estudio. 

En este retrato anónimo de Robespierre, como en todos los
demás, no aparecen rastros de cicatrices de viruela
(Museo Carnavalet, París)

Así, en la superficie de la cara de Robespierre se aprecian cicatrices ocasionadas por la viruela, una infección probablemente contraída durante su infancia, a pesar que es un aspecto que fue cuidadosamente censurado en los retratos de la época: en ninguno de ellos se ve rastro alguno de marcas. 

Pero el trabajo de los forenses no se detiene ahí. Se examinan minuciosamente todos los indicios patológicos del revolucionario: se concluye que presentaba frecuentes erupciones cutáneas; epistaxis repetidas (hemorragias nasales) que bañaban en sangre su almohada cada noche, lo que coincide con lo que refieren los testigos de su época; y una persistente astenia con ictericia. Sabemos, por los testimonios coetáneos que Robespierre llevaba unas pequeñas gafas verdes para ocultar el color amarillento de sus conjuntivas. También presentaba úlceras varicosas recidivantes en la pierna. Los que le conocieron también comentan que realizaba numerosos espasmos convulsivos con la boca y los ojos.

Ejecución de Robespierre
Estos síntomas coinciden con los de una posible sarcoidosis difusa, o enfermedad de Besnier-Beck-Schaumann, un cuadro clínico que se manifiesta por fatiga general, problemas oftálmicos y granulomas de las vías respiratorias superiores (nariz, senos). Se trata de una proceso autoinmune poco frecuente que cursa con granulomas viscerales (hígado, pulmones, ganglios linfáticos, ojos) y también en la piel. Suele aparecer entre los 20 y 40 años. 

Si Maximilien Robespierre desarrolló esta enfermedad lo hizo más de 80 años antes de que fuera conocida por los médicos, ya que la sarcoidosis fue no descrita hasta 1877 por el médico John Hutchinson. Esto demuestra la utilidad de los exámenes médicos y antropológicos complementarios para mejorar los conocimientos históricos de las enfermedades que sufrían las poblaciones del pasado.

No conocemos con exactitud los tratamientos propuestos por su médico personal, Joseph Souperbielle, para combatir su permanente estado de fatiga general, pero parece ser que le recomendaba consumir fruta. Robespierre comía naranjas en grandes cantidades y se hacía practicar repetidas sangrías. 

Sin embargo esta reconstrucción virtual no ha estado exenta de polémica. En Arras, una descendiente de Robespierre considera que se le da un "aspecto monstruoso". Otros critican la autenticidad de las máscaras, ya que el día de la ejecución se mandó sepultar a todos los guillotinados en una fosa común y cubrirla cal viva. Según ellos, poco tiempo habría para sacar un molde de yeso, que por cierto fue realizado por Marie Grosholtz más conocida por Madame Tussaud. Aunque debemos señalar que existen muchas máscaras de personajes guillotinados, como las de Luis XVI y María Antonieta, que los revolucionarios tenían interés en preservar para ser exhibidas como muestra del castigo ejemplar que representaba pasar por "Madame Guillotine". Tussaud se exilió a Londres en 1802 y creó en 1835 su famoso museo de cera en la capital inglesa a partir de las mascarillas mortuorias de personajes de la Revolución Francesa que estaban en su poder.


Bibliografía

Fleischmann H. Le Masque mortuaire de Robespierre, documents nouveaux pour servir d'intelligence et de conclusion à une polémique historique, Paris, 1911. 
Froesch Ph, Charlier Ph. Robespierre: the oldest case of sarcoidosis?The Lancet vol. 382, issue 9910, p. 2068 (21.12.2013). 

McPhee P, Crises politiques, crises médicales dans la vie de Maximilien Robespierre, 1790-1794Annales Historiques de la Révolution Française 371 (2013): 137-152; 

McPhee P. Robespierre: a Revolutionary Life. London and New Haven: Yale University Press, 2013.


Madame Tussaud, Mémoires et Souvenirs, Édition Arlés, diffusion Seuil, 2005


1 comentario:

lucy nolan dijo...

Q interesante ! Gracias ☺