lunes, 3 de abril de 2017

La erisipela de Pío IX







Ignazio Jacometti

Pio IX orante 
(1880)

Estatua de mármol. 
Basílica de Sta. María la Mayor. Roma. 




Giovanni Maria Mastai Ferretti (1792-1878) que fue papa con el nombre de Pío IX, gobernó la Iglesia Católica durante un muchos años (uno de los pontificados más largos de la historia) y fue el último soberano de los Estados Pontificios, limitados más tarde al minúsculo Estado Vaticano. 

De familia noble, en su juventud intentó militar en la Guardia Noble, un regimiento de caballería creado por Pío VII para la escolta personal del papa, pero fue rechazado por padecer epilepsia. Se dedicó entonces a estudiar teología en el seminario de Roma, donde se ordenó sacerdote en 1819. Dos años más tarde fue enviado a Chile como asistente del nuncio apostólico. A su regreso a Roma, se le encargó dirigir el hospital de San Michele (1825-1827) y fue nombrado canónigo de la iglesia de Santa Maria in Via Lata. 

En 1827, con solo 35 años fue nombrado arzobispo de Spoleto y más tarde de Imola, alcanzando la dignidad de cardenal en 1840. 


Fotografía de Pío IX, el último papa-rey

En 1846 murió el papa Gregorio XVI. El cónclave que se convocó a continuación llegaba en un momento de alta inestabilidad política en Italia. De hecho muchos cardenales del extranjero decidieron no asistir. Los cardenales que se reunieron estaban muy divididos entre la tendencia conservadora y la tendencia liberal. El empate virtual estaba garantizado. 

El cardenal Mastai Ferretti tenía fama de liberal. Al final, los cardenales liberales y los moderados se unieron y lo eligieron papa. Una decisión que no fue muy bien recibida por la mayoría de Gobiernos conservadores de Europa. 

Pío IX tenía fama de ser un hombre culto, al ser elegido proclamó una amnistía para los presos con delitos políticos; abolió el ghetto judío de Roma e instituyó La Consulta, una cámara deliberante de representación popular que propició una mayor participación ciudadana en el gobierno de los Estados Pontificios. Pero sus intentos liberalizadores chocaron con la ultraconservadora curia romana, por lo que se vió obligado a cambiar frecuentemente de equipo:  en dos años tuvo no menos de siete secretarios de Estado.



Pío IX con el rey de las Dos Sicilias Francisco II (a su derecha) 


Durante la revolución de 1848 en Roma se proclamó la república y Pío IX huyo a Gaeta (Reino de las Dos Sicilias) disfrazado de monje. Desde allí pidió ayuda a las principales potencias católicas (España, Francia, Austria y las Dos Sicilias, que le ayudaron a recuperar sus territorios. El papa volvió a Roma con propósitos menos liberales que al principio. Pudo mantener los Estados Pontificios durante un tiempo, gracias al apoyo del emperador Napoleón III, pero al estallar la guerra francoprusiana, el ejército piamontés entró en Roma en 1870, poniendo fin a la soberanía de los papas que había durado más de mil años. Pío IX se negó a reconocer el Reino de Italia, excomulgó al rey Víctor Manuel II de Saboya y no quiso mantener relaciones diplomáticas. Mediante la bula Non Expedit prohibió a los católicos -bajo severas penas canónicas- su participación activa en la política italiana, incluyendo la votación. Mientras veía que las propiedades de la Iglesia eran expoliadas permaneció aislado en el Vaticano, en un perpetuo estado de sitio (llegó a declararse públicamente como "prisionero del Estado Italiano") revolviéndose contra toda modernidad y todo replanteamiento en el poder absoluto papal. 



Francesco Podesti. Pío IX proclamando el dogma de la Inmaculada Concepción. Fresco. Torre Borgia. Palacio Apostólico Vaticano. Roma. 

Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción (encíclica Ineffabilis Deus 8 de diciembre de 1854) y convocó el Concilio Vaticano I (1869-1870) que reforzó la autoridad papal al declarar la infalibilidad papal y su jurisdicción sobre todos los obispos, lo que produjo el cisma de los obispos veterocatólicos, que no aceptaron esta jerarquización.  

A partir de 1878 Pío IX presentó brotes recurrentes de erisipela facial y úlceras en las piernas. La erisipela es una infección profunda del tejido subcutáneo con importante enrojecimiento de la piel, calor y fiebre. Suele desarrollarse a partir de una puerta de entrada, por donde penetra el estreptococo causante de la enfermedad. Los médicos propusieron a Pío IX tratamientos dolorosos y complejos, aunque no disponemos de muchos datos médicos ya que las historias clínicas de los papas se guardan celosamente. Los brotes de erisipela se reprodujeron durante años (lo que hace pensar que la herida de entrada persistía: probablemente en la oreja o en el interior de la boca). 

Pío IX tuvo un largo y difícil pontificado, que no estuvo exento de controversias y polémicas, especialmente relativas al poder temporal del papado, a su infalibilidad y a su poder jerárquico sobre los obispos. Tras su muerte su cuerpo fue inhumado provisionalmente en el Vaticano. En 1881 se dispuso su traslado a la basílica de S. Lorenzo extramuros para ser enterrado allí. Temiendo los ataques de grupos anticlericales se organizó la procesión de traslado por la noche, pero aún así el cortejo fúnebre fue asaltado por un grupo de nacionalistas italianos radicales que intentaron echar su cuerpo al Tíber hasta que intervino la policía. Finalmente pudieron enterrarlo, sin dar grandes detalles en su lápida, para evitar profanaciones. 

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