miércoles, 16 de agosto de 2017

El médico que escribía en verso: López de Villalobos (I). Biografía






Francisco López de Villalobos  

El Sumario de la Medicina 
(1498)  

Libro incunable (Prohemium)
Ejemplar de la Biblioteca Nacional de España. 
Madrid 



No es arriesgado afirmar que Francisco López de Villalobos fue uno de los médicos más destacados del renacimiento español. Médico de la Corte de los Reyes Católicos y posteriormente de Carlos V, escribió numerosas obras y tratados sobre diversos aspectos médicos. Sin embargo, tanto la biografía como el estudio de la obra médica de López de Villalobos sigue siendo, en opinión de Mercedes Granjel, “uno de los capítulos pendientes de la historiografía médica española”.  

Nació en 1473 en Villalobos (Zamora) en el seno una familia de médicos. Según se deduce de una de las primeras estrofas del Sumario de la Medicina, su padre y su abuelo habían sido médicos de los marqueses de Astorga, aunque habían ejercido siempre en la pequeña aldea de Villalobos, ya que los Álvarez Ossorio, marqueses de Astorga, eran además, desde el s.XIV, condes de Villalobos, por donación de Enrique II.

La familia López de Villalobos eran judíos conversos. Él mismo se reconoce confeso, es decir, que había profesado el judaísmo. Durante la Edad Media, en los reinos españoles, era muy frecuente que la medicina fuera practicada por judíos. Acosados con cierta frecuencia por episodios antisemíticos y racistas como los asaltos a las aljamas, los judíos preferían ejercer profesiones liberales o oficios que facilitaran su traslado en caso de circunstancias adversas. Sin embargo, mientras muchos judíos conversos ocultaban prudentemente su linaje, Villalobos alude a él en diversas ocasiones, con osada franqueza. Tal vez la más evidente es en la carta que escribió en 1518 al Condestable de Castilla, con quien le unía una gran amistad, y en la que dice:

         “..que yo no puedo negar a V.S. esta maldita naturaleza que saqué de su tierra, y tan sucia que no la he podido lavar con todo el Jordán y el Espíritu Santo encima de él, porque no me vino a mí en figura de paloma, como al conde de Haro y otros semicristianos de su linaje...”



Es posible que las buenas relaciones con la Corte hicieran creer a Villalobos que se mantendría a salvo de la Inquisición, pero no fue así. Según cuenta en una de sus cartas, fue acusado de “mago conocedor de filtros y maleficios”, por lo que “llegando la voz a los sagrados oídos de los inquisidores fui preso y tenido en estrecha cárcel”,  aunque finalmente consiguió salir libre a los ochenta días. Es fácil colegir que su origen judío debió ser uno de las principales cargos en el curso de este proceso inquisitorial.

Gracias al mecenazgo de don Pedro Alvarez Ossorio, marqués de Astorga, Francisco pudo seguir la tradición familiar, estudiando medicina en la Universidad de Salamanca, como declara en el Sumario de Medicina (en el que se reconoce como “estudiante en el estudio de Salamanca”).

Los estudios de medicina en Salamanca consistían fundamentalmente en el estudio exhaustivo del Canon de Avicena, que había sido traducido al latín antes de 1187 por Gerardo de Cremona, y que se había impuesto en la mayoría de las universidades europeas en el s.XV. Los estudios se complementaban con conocimientos de astrología y filosofía, con especial incidencia de las doctrinas aristotélicas. La influencia de los conceptos galénicos de Avicena y de la filosofía de Aristóteles es palpable en la posterior obra médica de Villalobos.

Tras licenciarse en medicina, Villalobos ejerció la medicina en Zamora, ciudad que le parecía “un lugar populoso”, en comparación a la tranquilidad de su aldea natal. En esta época publica el Sumario de la Medicina, a la edad de 24 años.

Los éxitos profesionales obtenidos en Zamora, sus buenas relaciones y su prestigio humannístico y literario hacen que en 1507 se incorpore como médico al servicio de Don Fadrique, duque de Alba. Un año más tarde abandona la ciudad ducal de Alba de Tormes y sigue a su señor a la Corte, donde al poco tiempo es nombrado médico de cámara del rey Fernando el Católico, que era primo del duque de Alba.  Este nombramiento de Físico real (Burgos, 9 de junio de 1508) es remunerado con un salario de 30.000 maravedíes, a los que se añaden 20.000 más en 1511 como “ayuda de costa”, suplemento que fue de 30.000 maravedíes a partir del año siguiente. 

Sin duda,  esta fue su etapa más brillante de su carrera profesional. Permaneció al servicio del rey hasta la muerte de D. Fernando en 1516. El rey y los cortesanos lo apreciaban no solo por sus conocimientos médicos sino por su gracejo y fina ironía, cualidades por los que el duque de Alba le llamaba “el mayor burlador de Castilla”.

Con la llegada de Carlos V a España (en septiembre de 1517), la influencia de Villalobos en la Corte entra en decadencia. El nuevo rey se rodeó de cortesanos de origen flamenco, y en los primeros años se dedicó a ser reconocido por las diversas Cortes de los reinos de España. Tras jurar con algunas dificultades los fueros de Castilla y Aragón, se dirigió a Barcelona en 1519, reuniéndose en esta ciudad las Cortes catalanas, que ofrecían una mayor resistencia a jurar fidelidad al nuevo rey, ya que todavía vivía doña Juana.  Sabemos que en este viaje, Villalobos formaba parte del séquito real como médico de la cámara regia. 

Durante su estancia en Barcelona, el rey recibió la noticia de que había sido nombrado emperador de Alemania, por lo que se apresuró a embarcar para ir a tomar posesión del nuevo reino. Villalobos fue invitado a acompañar al nuevo emperador, pero seguramente su situación en la Corte no era ya muy cómoda por lo que renunció al viaje, diciendo:

Yo no puedo conmigo de ser alemán porque ni Dios me hizo para aquel fin cuando me ponía la color, ni me parió para eso mi madre. Si Spaña no basta para sustentarme, bastará la misericordia de Dios; es muy corta la vida para poner sobre ella tan gran jornada, y es muy ruin mercadería curar calenturas donde no hay sino nieves y la mar cuajada. Unos compañeros míos, más viejos que yo, están muy regocijados con esta partida; mas si ellos no son locos, yo soy necio, y por eso me quiero quedar

Al regreso del emperador, Villalobos se distanció considerablemente de la corte. Las tensiones de la nueva situación, la sublevación de los comuneros de Castilla, el fallecimiento de su mujer y algunos problemas de salud podrían haber justificado su cada vez más evidente abandono de su cargo. El emperador había nombrado, además protomédico real a un italiano llamado Narciso Ponte,  lo que no fue acogido muy bien por Villalobos, que lo consideraba “un mancebo italiano de pocas letras y ninguna experiencia”. En 1524, el emperador sufrió una grave enfermedad y las las discrepancias entre ambos médicos fueron notorias.

Finalmente, en 1525, tomó la decisión de abandonar la corte, pese a su magnífico sueldo y prebendas, y se trasladó a Extremadura, donde prestó servicio durante unos años al marqués de Priego. 

Tras este corto paréntesis, Villalobos regresa a la corte en 1526, con la llegada a España de la reina Isabel de Portugal. Donde siguió prestando servicios hasta tres años después del fallecimiento de la emperatriz .  A los 70 años, se retiró de la corte, aunque siguió prestando servicios puntuales, cuando así se lo solicitaban. Falleció en Medina de Rioseco, donde habiá acudido a asistir a la Duquesa de Medina, mujer del Almirante de Castilla.  
           


Bibliografía


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