jueves, 30 de noviembre de 2017

Del gran pene del dios Príapo al priapismo








Príapo 

Pintura mural 
Casa de los Vetii. Pompeya



El priapismo es una erección persistente y dolorosa que aparece de forma indeseada y que no está provocada por la estimulación sexual o excitación. Puede ser dolorosa y también ocasionar complicaciones graves, cuando la erección dura más de cuatro horas, ya que la sangre pobre en oxígeno puede dañar los tejidos del pene.

Priapo en una pintura mural de Pompeya
El nombre de esta enfermedad procede del dios Príapo (Πρίαπος) un dios menor, protector de la fertilidad, que se simbolizaba representándolo con un enorme falo. Príapo era una divinidad más bien rústica y su protección sobre la fertilidad se extendía la vegetación y a la ganadería, por lo que era considerado el dios de los rebaños de cabras y ovejas, de las abejas, del vino, de los productos de la huerta e incluso de la pesca.

Según algunas interpretaciones de la mitología, Príapo fue el primer hijo que tuvo Afrodita tras emerger de la espuma marina. Cronos (Saturno) había cercenado los genitales de su padre Urano con una hoz y los arrojó al mar. El esperma de los testículos mutilados de Urano fecundó a la espuma, de la que surgió Afrodita. Cuando ésta se presentó ante los demás dioses, Dionisos se enamoró de la extraordinaria belleza de la diosa y la sedujo, dejándola embarazada. 

Estatua de Príapo sosteniendo una cesta de frutos con su pene.
Una imagen en la que se vincula sexo, fertilidad humana y agraria.
Museo de Éfeso (s. II d.C.)

Cuando llegó a término el embarazo de Afrodita, Hera (Juno), la esposa de Zeus, terriblemente celosa, temió que el niño que iba a nacer heredase el poder de su padre y la belleza de su madre, por lo que tocando el vientre de la parturienta, lo maldijo, vaticinando que el niño nacería deforme. 

Así fue, y el hijo de Afrodita nació con un pene enorme y en perpetua erección. La diosa del amor, al verlo, lo abandonó horrorizada en el monte. Unos pastores lo encontraron y lo criaron, convirtiéndolo así en el dios rústico de la fertilidad que protegía los campos. De ahí pasó a ser invocado para la fertilidad general. 




Colgante con un falo (derecha) y una mano
haciendo una higa (izquierda)
Este tipo de colgantes, muy habituales,
garantizaban la buena suerte de su portador
Herma de Príapo
En la entrada de la casa de los Vetii en Pompeya aparece la pintura mural que encabeza este escrito. En ella se ve a Príapo con su descomunal pene, que pone en el platillo de una balanza; en el otro platillo se pone la cosecha, en un claro símbolo de que la buena producción agraria es debida a la fertilidad asegurada por la protección del dios. Los romanos solían erigir estatuas de Príapo en sus jardines, para propiciar la fertilidad y la buena suerte. A veces eran hermas que solamente presentaban la cabeza y los genitales, que frecuentemente eran teñidos de rojo. Por eso a ese dios se le conocía como "ruber" o "rubicundus". 

Falo al lado de la puerta de la muralla
de la ciudad romana de Empúries

En los dinteles de las casas y en las puertas de las murallas de las ciudades también solía representarse un falo que solía tocarse al entrar para atraer la fortuna. Un buen ejemplo es este falo situado en la puerta de la muralla de la ciudad romana de Emporion (Empúries)

La misma idea era la de numerosas figurillas itifálicas con enormes falos en erección que abundaban en todas las casas. Lejos de constituir representaciones pornográficas eran objetos votivos apotropaicos asociados con el dios Príapo y eran invocados para atraer la fertilidad, la buena suerte y protegerse del mal de ojo. Se les conocía con el nombre de fascina. Por cierto que como recuerda Antoni Janer, de ahí deriva el adjetivo fascinante como atractivo o delicioso (acuñado en el s. XIX a partir de una lectura positiva del embrujo, del hechizo, entendido como atracción irresistible).

Tintinábulo con un falo con patas y cola de león, montado
por una ninfa que corona el glande con una corona de laurel
Museu Arqueològic de Catalunya. Barcelona. 

               

Tintinábulo representando un enorme falo en erección,
dotado de alas y patas y cola de león.
Estos elementos eran bastante habituales a la puerta de las casas,
en la creencia que propiciaban la buena suerte y la fertilidad. 


Del culto a Príapo y de los bosques que se le dedicaban da fe el poema de Catulo: 
"Hunc lucum tibi dedico consecroque, Priape, 
qua domus tua Lampsaci est quaque (lege) Priapi; 
nam te praecipue in suis urbibus colit ora 
Hellespontia, ceteris ostriosior oris."
   "Este bosque te dedico y lo consagro a ti, Príapo
   según (el rito) de tu estancia de Lampsaco y del de Príapo; 
   porque eres muy venerado en las ciudades de la costa
   de Helesponto, más rica en ostras que cualquier otra"


Personificación de un falo, dotado de piernas. 
Museu Arqueològic de Catalunya. Tarragona. 


Una gran implantación cultural del dios del gran pene erecto. No es raro pues que diera el nombre a la enfermedad del priapismo. 


Bibliografía 
Janer Torrens A. Sobre priapisme i onanisme. Blog Batecs clàssics http://blogs.sapiens.cat/batecsclassics/2013/11/15/sobre-priapisme-i-onanisme/

Janer Torrens A. Fal·lus fascinants.  Blog Batecs clàssics 
http://www.antonijaner.com/sexe-a-l-antiguitat/item/456-es-realment-fascinant

Greek Mythology: Priapus. http://www.maicar.com/GML/Priapus.html

Catul. Poesies. Fundació Bernat Metge, Barcelona,1990

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