jueves, 6 de abril de 2017

Bocio y embarazo en la Madonna del Parto





Piero della Francesca

Madonna del Parto 
(1460 circa)

Fresco  260 cm × 203 cm
Museo della Madonna del Parto. Monterchi.




La carretera serpenteaba por la verde y suave campiña. Era primavera, una estación especialmente bella en la Toscana y nos dirigíamos con nuestro coche alquilado a Monterchi, un pequeño pueblo perdido, al que no terminábamos nunca de llegar, con el único objetivo de poder contemplar el fresco de la Madonna del Parto, de Piero della Francesca.  

Habíamos dejado atrás el bullicio y el turismo masivo de Florencia (¡que bonita sería Florencia sin tantos turistas, Dios mío!). En los pueblecitos de la Toscana encontrábamos más tranquilidad, más paz, aire puro y un paisaje inolvidable. Solamente habíamos parado en Arezzo para visitar los importantes restos etruscos de la zona, recogidos en el Museo Archeologico. 

La mano sobre el vientre grávido, una actitud
muy frecuente en las embarazadas. 
Llegamos por fin a Monterchi. Un pueblo pequeño, de menos de 2000 habitantes, con casas amontonadas sobre la colina, un pueblo que aparece elevado sobre la llanura, como si os lo sirvieran sobre una bandeja. Parecía que el tiempo se había paralizado. ¿Seguro que es aquí? Y sí, allí era. 

En el pueblecito hay un museo dedicado casi exclusivamente a la exhibición del fresco de Piero della Francesca, que fue restaurado en 1992-1993. 

La madre de Piero della Francesca procedía de Sansepolcro, una aldea cercana a Monterchi, y por esa razón, seguramente le encargaron a él la obra. El fresco estaba destinado a la pared del fondo del altar mayor de la antigua iglesia de Santa María de Momentana, en las laderas de la colina de Monterchi.  La iglesia se derrumbó en 1785 como consecuencia de un terremoto, quedando sólo en pie el muro y su fresco, milagrosamente intacto. Tal vez por eso se convirtió en un lugar de peregrinación regular para las mujeres a punto de parir.

Ya en el museo, nos dirigimos a la cámara principal, donde está el famoso fresco. La sensación que tuvimos fue tan sublime que es difícil de explicar. 

Virgen de la Esperanza (s. XIII)
Museu d'Art de Girona. 
El fresco aparecía ante nosotros, con un colorido delicado y extraordinario. La temática era simple. Dos ángeles descorren una cortina y en el centro aparece la Virgen, con la expresión taciturna y seria tan característica de los personajes de Della Francesca y mostrando un avanzado estado de embarazo. Como muchas embarazadas a término, se lleva una mano a la zona lumbar, sin duda resentida por el peso de su vientre grávido, sobre el que posa suavemente su otra mano, en un gesto de protección. Los colores son delicadísimos. Piero no escatimó recursos en la realización del fresco: abundan los azules hechos con lapislázuli triturado, un material de muy alto precio ya que solía venir de las lejanas minas de Afganistán. Toda la escena se desarrolla en un espacio ideal a medio camino entre la realidad y una visión paradisíaca. 

Hans Strüb. La Visitación (Principios del s. XVI)
Obsérvese como se representa la presencia
de los niños (Jesús y S. Juan)
en los vientres de sus madres. 
La Madonna del Parto es pues más bien una Virgen embarazada a término que propiamente una parturienta. No es esta la única iconografía de la gravidez de María. Abundan estas representaciones, que han originado advocaciones como la de la Virgen de la Esperanza, o María de la O (por la redondez del vientre grávido). Algunas de ellas incluso llegan a representar el Niño dentro de su Madre, como es el caso de la pintura de Strüb (s. XVI) actualmente en la colección del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.

El cuello abultado revela una
hipertrofia tiroidea
Volviendo a la Madonna del Parto de Monterchi, observamos que tiene un cuello abultado, que permite suponer la existencia de un bocio. Puede que fuera un estado patológico preexistente, aunque debemos recordar que durante el embarazo se puede producir efectivamente un agrandamiento de la glándula tiroides, debido al efecto de la hormona gonadotropina coriónica humana  (GCH). Y hay que recordar que no es la primera Virgen que encontramos con bocio. 

En resumen, el fresco de Piero della Francesca no es sólo una obra de arte excepcional y magnífica sino que también revela que para realizar esta obra el artista observó con atención a las mujeres embarazadas de su entorno. 



Bibliografía  

A. M. Maetzke, Un progetto per Piero della Francesca, Florencia, 1989

Guido Botticelli, Giuseppe Centauro, Anna Maria Maetzke, Il restauro della Madonna del parto di Piero della Francesca Poggibonsi 1994.

Ingeborg Zapperi Walter, Piero della Francesca, Madonna del parto: ein Kunstwerk zwischen Politik und Devotion, Fráncfort del Meno, 1992.

Giulio Renzi, Gli affreschi di Piero della Francesca ad Arezzo e Monterchi: luogo teologico mariano, Introducción de Giuseppe Centauro. Poggibonsi, 1994.



Monterchi, Madonna del parto: 


miércoles, 5 de abril de 2017

La sífilis secundaria de Ulrich von Hutten









Hans Holbein el Joven

Retrato de Ulrich von Hutten
(1523)
 Dibujo 20,5 x 12,2 cm
Fogg Art Museum. 





No es muy frecuente encontrar retratos en los que se ponga de relieve explícitamente la existencia de lesiones cutáneas, y mucho menos cuando éstas son de origen sifilítico. Ya hemos visto como la sífilis era considerada una enfermedad vergonzosa y como en caso de padecerla, se escondía cuidadosamente. 

Por eso es especialmente interesante este retrato de Hans Holbein el Joven en el que podemos ver la cara de un joven con lesiones de sífilis secundaria en su rostro. Aunque podría plantearse el diagnóstico diferencial con una lepra (en realidad muchas veces se afirmó que correspondían a este diagnóstico) sabemos que el joven murió este mismo año a consecuencia del "mal francés", tal como una inscripción  al pie del dibujo (en la actualidad desaparecida)  aclaraba: 
"Porträt U. von Hutten in seinem Todesjahr" 
(Retrato de U. von Hutten en el año de su muerte). 

Von Hutten murió en la isla de Ufenau en el lago de Zurich el 29 de agosto de 1523. 

Ulrich von Hutten (1488-1523) fue un diplomático y teólogo alemán que al parecer contrajo la sífilis cuando servía en Italia y creyó haber curado de esta enfermedad tras realizar un tratamiento con palo de guayacán. 

Tras su supuesta curación redactó una obra sobre como curar la sífilis De gaïaci medicina et morbo gallico (1519) proponiendo el guayaco como el nuevo tratamiento efectivo para este mal. Su obra, asesorada por los médicos Paul Ricius y Henri Stromey contribuyó a propagar el tratamiento de guayaco por toda Europa. En 26 capítulos von Hutten presenta un estudio histórico y clínico de la enfermedad: su aparición, sus síntomas, los transtornos que provoca. El autor también da indicaciones sobre el nuevo tratamiento de madera de guayacán: su origen, su nombre y sus propiedades. Comenta también el modo de prepararlo: su preparación, la cocción, su administración y las precauciones que hay que tomar durante el tratamiento y la convalescencia. Von Hutten destaca también otros efectos del guayaco: atenúa la ira, libera de la pesadez del dolor de cabeza, devuelve la tranquilidad. También sostiene que tiene un posible efecto beneficioso sobre la lepra y la epilepsia. 

El guayaco debió introducirse en Europa sobre 1508, como indica Francisco Delicado en su obra Del modo di adoperare il ligno di India Occidentale salutífero remedio a ogni piaga e mal incurabile e si guarisca il mal francese (1526). El Guayaco llegó primero a España, y posteriormente su uso se extendió a Portugal e Italia, llegando a Alemania hacia 1517. Los banqueros Frugger hicieron del guayaco objeto de un gran movimiento comercial, obteniendo pingües beneficios.

El retrato de von Hutten no es pues un retrato cualquiera, ni siquiera el retrato de un individuo concreto, sino más bien el retrato de la sífilis misma. Es la representación de una cara que nos guarda la memoria de una enfermedad. La sífilis se revela como una experiencia que involucra la cara y la expresión del que la padece. Los rasgos del personaje se nos presentan tras las lesiones cutáneas, como si estuvieran tras una cortina. La vista, fascinada, se va una y otra vez a las lesiones, difuminando los rasgos faciales del individuo que pasa a tener una importancia menos. Holbein nos presenta la sífilis como protagonista real, dejando al retratado en un discreto segundo plano.


martes, 4 de abril de 2017

La dermatitis seborreica de San Agustín






Onofrio Palumbo

San Agustín
(1635)

Óleo sobre lienzo
Galeria G. Sarti. París.  





Onofrio Palumbo (1606 - después de 1654) fue un pintor barroco napolitano, que se formó con Battistello Caracciolo y Artemisia Gentilleschi, durante su estancia napolitana (1630). La principal temática de su obra es la religiosa. 

Vista general de la obra de Onofrio Palumbo "San Agustín"

Esta obra, San Agustín, fue realizada sin duda como un estudio previo al cuadro Virgen con el Niño, Santa María Egipcíaca y San Agustín, una "sacra conversazione" realizada para la iglesia de Sta. María Egipcíaca en Pizzofalcone. En ella se ve a San Agustín escribiendo mientras recibe la inspiración divina. 

La cara de San Agustín presenta una lesión eritematosa, rojiza, que sigue más o menos la distribución del surco nasogeniano. Puede corresponder al diagnóstico de dermatitis seborreica, en la que aparecen lesiones rojas y ligeramente descamativas en la zona entre nariz y mejillas. En ocasiones puede también afectarse la frente, mentón, parte central del pecho y zona interescapular. Normalmente no se acompaña de sintomatología subjetiva. Los brotes de dermatitis seborreica pueden ser desencadenados en ocasiones por estados de nerviosismo o de estrés, como los que previsiblemente pasó San Agustín al escribir sus Confesiones.  

lunes, 3 de abril de 2017

La erisipela de Pío IX







Ignazio Jacometti

Pio IX orante 
(1880)

Estatua de mármol. 
Basílica de Sta. María la Mayor. Roma. 




Giovanni Maria Mastai Ferretti (1792-1878) que fue papa con el nombre de Pío IX, gobernó la Iglesia Católica durante un muchos años (uno de los pontificados más largos de la historia) y fue el último soberano de los Estados Pontificios, limitados más tarde al minúsculo Estado Vaticano. 

De familia noble, en su juventud intentó militar en la Guardia Noble, un regimiento de caballería creado por Pío VII para la escolta personal del papa, pero fue rechazado por padecer epilepsia. Se dedicó entonces a estudiar teología en el seminario de Roma, donde se ordenó sacerdote en 1819. Dos años más tarde fue enviado a Chile como asistente del nuncio apostólico. A su regreso a Roma, se le encargó dirigir el hospital de San Michele (1825-1827) y fue nombrado canónigo de la iglesia de Santa Maria in Via Lata. 

En 1827, con solo 35 años fue nombrado arzobispo de Spoleto y más tarde de Imola, alcanzando la dignidad de cardenal en 1840. 


Fotografía de Pío IX, el último papa-rey

En 1846 murió el papa Gregorio XVI. El cónclave que se convocó a continuación llegaba en un momento de alta inestabilidad política en Italia. De hecho muchos cardenales del extranjero decidieron no asistir. Los cardenales que se reunieron estaban muy divididos entre la tendencia conservadora y la tendencia liberal. El empate virtual estaba garantizado. 

El cardenal Mastai Ferretti tenía fama de liberal. Al final, los cardenales liberales y los moderados se unieron y lo eligieron papa. Una decisión que no fue muy bien recibida por la mayoría de Gobiernos conservadores de Europa. 

Pío IX tenía fama de ser un hombre culto, al ser elegido proclamó una amnistía para los presos con delitos políticos; abolió el ghetto judío de Roma e instituyó La Consulta, una cámara deliberante de representación popular que propició una mayor participación ciudadana en el gobierno de los Estados Pontificios. Pero sus intentos liberalizadores chocaron con la ultraconservadora curia romana, por lo que se vió obligado a cambiar frecuentemente de equipo:  en dos años tuvo no menos de siete secretarios de Estado.



Pío IX con el rey de las Dos Sicilias Francisco II (a su derecha) 


Durante la revolución de 1848 en Roma se proclamó la república y Pío IX huyo a Gaeta (Reino de las Dos Sicilias) disfrazado de monje. Desde allí pidió ayuda a las principales potencias católicas (España, Francia, Austria y las Dos Sicilias, que le ayudaron a recuperar sus territorios. El papa volvió a Roma con propósitos menos liberales que al principio. Pudo mantener los Estados Pontificios durante un tiempo, gracias al apoyo del emperador Napoleón III, pero al estallar la guerra francoprusiana, el ejército piamontés entró en Roma en 1870, poniendo fin a la soberanía de los papas que había durado más de mil años. Pío IX se negó a reconocer el Reino de Italia, excomulgó al rey Víctor Manuel II de Saboya y no quiso mantener relaciones diplomáticas. Mediante la bula Non Expedit prohibió a los católicos -bajo severas penas canónicas- su participación activa en la política italiana, incluyendo la votación. Mientras veía que las propiedades de la Iglesia eran expoliadas permaneció aislado en el Vaticano, en un perpetuo estado de sitio (llegó a declararse públicamente como "prisionero del Estado Italiano") revolviéndose contra toda modernidad y todo replanteamiento en el poder absoluto papal. 



Francesco Podesti. Pío IX proclamando el dogma de la Inmaculada Concepción. Fresco. Torre Borgia. Palacio Apostólico Vaticano. Roma. 

Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción (encíclica Ineffabilis Deus 8 de diciembre de 1854) y convocó el Concilio Vaticano I (1869-1870) que reforzó la autoridad papal al declarar la infalibilidad papal y su jurisdicción sobre todos los obispos, lo que produjo el cisma de los obispos veterocatólicos, que no aceptaron esta jerarquización.  

A partir de 1878 Pío IX presentó brotes recurrentes de erisipela facial y úlceras en las piernas. La erisipela es una infección profunda del tejido subcutáneo con importante enrojecimiento de la piel, calor y fiebre. Suele desarrollarse a partir de una puerta de entrada, por donde penetra el estreptococo causante de la enfermedad. Los médicos propusieron a Pío IX tratamientos dolorosos y complejos, aunque no disponemos de muchos datos médicos ya que las historias clínicas de los papas se guardan celosamente. Los brotes de erisipela se reprodujeron durante años (lo que hace pensar que la herida de entrada persistía: probablemente en la oreja o en el interior de la boca). 

Pío IX tuvo un largo y difícil pontificado, que no estuvo exento de controversias y polémicas, especialmente relativas al poder temporal del papado, a su infalibilidad y a su poder jerárquico sobre los obispos. Tras su muerte su cuerpo fue inhumado provisionalmente en el Vaticano. En 1881 se dispuso su traslado a la basílica de S. Lorenzo extramuros para ser enterrado allí. Temiendo los ataques de grupos anticlericales se organizó la procesión de traslado por la noche, pero aún así el cortejo fúnebre fue asaltado por un grupo de nacionalistas italianos radicales que intentaron echar su cuerpo al Tíber hasta que intervino la policía. Finalmente pudieron enterrarlo, sin dar grandes detalles en su lápida, para evitar profanaciones. 

domingo, 2 de abril de 2017

Una uña alterada









Gabriel Zehender

Retrato de un matrimonio
(1525)

Oleo sobre tabla
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. 



Gabriel Zahender fue un pintor y grabador alemán originario de Gross Mausdorf (actualmente Myszewo, en la Pomerania polaca). Poco sabemos de su vida, apenas que estuvo activo en Basilea a partir de 1527, consiguiendo la ciudadanía y formando parte del gremio de pintores. Terminó huyendo de esta ciudad, al ser embargados los bienes de su esposa (1534). En la última referencia documental sobre él se le cita como fugitivo. 

Su única obra al óleo que se conserva es este Retrato de un matrimonio, firmada con el monograma GZ bajo la fecha (por lo que también se le conoce como monogramista GZ). 

La pareja se presenta ante un fondo rojo, en actitud seria y algo hierática. La mujer aparece con mirada perdida, inexpresiva, mientras que en el rostro del hombre se observa una cierta preocupación.


Una uña alterada

El esposo se sujeta con la mano el cuello de piel del manto, con el dedo pulgar alzado. Esta postura permite ver que la uña de su dedo aparece de color oscuro. No se observa inflamación circundante. Es difícil saber que proceso puede presentar, ya que puede tratarse de un simple traumatismo que haya ocasionado una hemorragia subungueal. También podría tratarse de una onicomicosis, que en ocasiones puede tomar esta coloración. La coloración más clara y algo difuminada de la parte distal podría recordar alguno de estos casos. La posibilidad de la aparición de un melanoma subungueal (panadizo de Hutchinson) es mucho más remota, aunque puede plantearse como diagnóstico diferencial.