viernes, 17 de noviembre de 2017

Los nombres de las bacterias (II): Según su forma








Luke Jerram 

Escherichia coli


Escultura de vidrio
Museo de Arte y Diseño. Nueva York 



En una entrada anterior comentábamos las normas para escribir correctamente los nombres de los seres vivos, que también son válidas, naturalmente, para los microorganismos. 

Continuaremos esta serie de artículo considerando de donde vienen los nombres de las bacterias, a veces difíciles de recordar e incluso de pronunciar. La etimología bacteriana es muy amplia y puede derivar de múltiples circunstancias: forma, trofismo, lugar deonde fueron descritas, científico que las descubrió, etc.  Hoy vamos a considerar los microorganismos que toman el nombre de su morfología, de su forma. 

Entre ellos hemos de mencionar en primer lugar al género Staphylococcus o estafilococo, que son bacterias redondeadas que se reúnen en grupos arracimados. Precisamente su nombre deriva del griego σταφυλός (staphylós, “racimo”) y κοκκος (coccus, que significa “grano, baya o uva”). Por lo tanto, estafilococo significa “racimo de granos”, dado que al observarlo al microscopio se le ve así, como grupos de estructuras redondas formando racimos.

El género Streptococcus, está constituido por bacterias que obtienen su nombre del griego στρεπτος, streptos, que significa “que se dobla o retuerce con facilidad”, como una cadena, y nuevamente coccus, que significa “grano, baya o uva”. Se les dio este nombre por la forma en cómo se observan al microscopio, pues estas bacterias al dividirse lo hacen a lo largo de un solo eje, como si formaran cadenas.

En latín bacillus significa "bastoncillo". Algunas bacteias tienen precisamente una forma alargada que recuerda a pequeños palitos. Por eso se dió este nombre al género Bacillus. Algunos de ellos se disponen en cadenas, y se denominan Streptobacillus. Las bacterias del género Clostridium presentan un pequeño engrosamiento en un extremo, como si fueran baquetas o palillos de tambor. De ahí su nombre, derivado del griego κλωστήρ, klostér, que significa “huso de hilar” o “cabezal”.



Otra de las esculturas de vidrio de Luke Jerram, inspirada en una bacteria


Las bacterias del género Helicobacter deben su nombre a las raíces latinas ελικος, helikos, que significa “de forma helicoidal”, más βακτηρ, baktr, cuyo significado es “bastoncito”. Por lo tanto, hablamos de un “bastoncito helicoidal” cuando nos referimos a las bacterias de éste género. Un nombre muy similar es el de las bacterias del género Campylobacter, cuyo nombre viene del griego καμπύλος, kampylos, “curvado”, o sea, “palito curvado”.


El nombre del género Leptospira viene del griego λεπτος, leptos, que podríamos traducir por “delgado”, y σπειρα, speira, o “espiral”, es decir, “espiral delgada”. Otro género, Spirillum se llama así por la palabra griega σπειρα, speira, y la terminación illum, del latín, pequeño. Por lo tanto, los Spirillum son bacterias en forma de “espirales pequeñas”. 


Fusobacterium tiene una forma ahusada, es decir, más anchas en medio y con extremos más afilados. No en balde su nombre es derivado del latín fusum, huso, es decir, “bastoncito en forma de huso”. En cambio, otras bacterias se muestran con un extremo abultado, como las Corynebacterium, del griego Κορύνη, Koryne, “maza”, o lo que es lo mismo “bastoncito en forma de maza”.


Esquema de algunas formas bacterianas


Algunos microorganismos se ven como bastoncillos, pero un poco más alargados. Esta forma es muy típica de los hongos microscópicos, por lo que su nombres hace alusión a los mismos. La primera de estas bacterias son las Mycobacterium, nombre también derivado del griego μυκης, mykos, “hongo”, lo que se traduce en “bastoncillo en forma de hongo”. Por su parte, los Actinomyces deben su nombre a sus formas ramificadas y filamentosas: Deriva del griego ακτνος, aktinos, “rayo” o “con filamentos”, y μυκης, mykes, “hongo”, es decir, “hongo con rayos o filamentos”, aunque en realidad es una bacteria.

Los integrantes del género Vibrio tienen forma de bastoncillos curvados como otras bacterias mencionadas atrás, pero lo que llama más la atención es que se mueven continuamente cuando se les observa al microscopio. Ya he comentado en alguna ocasión que nunca olvidaré el frenético baile de los vibriones del cólera que tuve ocasión de observar en mi juventud. Este movimiento está causado por uno o varios flagelos localizados en los extremos de la bacteria. Estos movimientos intensos hicieron que se le diera a su género el nombre de Vibrio, del latín uibr, vibrar, y la terminación ium, declinación latina que indica plural de algo. De esta forma, los Vibrios son “los que vibran”. 


Por su parte, los integrantes del género Treponema obtienen su nombre de las raíces griegas τρόπος, tropos, “cambio” o “giro” y νημα, nma, “hilo”, o sea, un “hilo que gira”, debido al aspecto que tienen al microscopio: Bacilos con espirales regulares y muy apretadas, como tirabuzones. El principal representante de este género es el agente causal de la sífilis, Treponema pallidum. 

El género Chlamydia obtiene su nombre del vocablo griego Χλαμιδιον, klamidión, “capa” o “manto corto”, lo cual hace referencia a la forma que adoptan cuando invaden una célula: forman diminutas vesículas alrededor del núcleo de la célula infectada, formando como una capa que lo recubre. 


Pseudomonas deriva del griego ψευδης, pseudós, "parecido", "imitación" o “falso”, y μονος, monos, “único” o “unidad”. En 1894, el botánico alemán Walter Migula acuñó el término Pseudomonas para denominar este género de bacterias, aunque nunca aclaró la etimología del término. Su especie más relevante, Pseudomonas aeruginosa, es una bacteria muy temida, ya que frecuentemente causa infecciones bastante  graves.  

Los nombres de las bacterias

(I): Como se escriben. 
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(II): Según su forma 
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(III): Según su color. 
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(IV): Donde y cómo crecen.
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(V): Nombres geográficos
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(VI): Nombres tomados de enfermedades
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(VII): Nombres de asociaciones http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-vii.html?spref=tw

(VIII): Homenaje a microbiólogos (1850-1885) 
http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-viii.html?spref=tw

(IX): Otros apellidos de científicos del s. XIX (1885-1900) 
http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-ix-otros.html?spref=tw

(X): Apellidos de bacteriólogos (s. XX)
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(y XI): El inventor de los barcos de vapor 
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jueves, 16 de noviembre de 2017

Los nombres de las bacterias (I): Como se escriben





Alexander Roslin 

Carl Linneo
(1775)

Óleo sobre lienzo 
Real Academia Sueca de las Ciencias. Estocolmo. 


A cualquier profano le llama la atención los extraños nombres con los que se conocen las bacterias. No solamente están en latín (por normativa internacional) sino que frecuentemente son nombres difíciles de recordar y de pronunciar. 

Systema naturae de Linneo
Ante todo hemos de decir que los microbios, como cualquier otro ser vivo, tienen un nombre con el que son conocidos por la comunidad internacional. Este sistema taxonómico fue ideado por Carl Linneo (1707-1778), botánico y naturalista, que sentó las bases de esta nomenclatura en dos de sus obras: Systema Naturae (sobre todo en su décima edición de 1758) y Species plantarum (1753). 

Así pues, ¿cómo hemos de escribir correctamente los nombres de las bacterias? El nombre de cualquier microbio - como el de cualquier ser vivo en general - debe ser escrito siguiendo las normas del sistema latino binominal, que consta de dos palabras: la primera (nombre genérico) informa del género al que pertenecen y el epíteto, que se refiere a la especie. Vienen a ser algo así como el apellido de familia y el nombre propio, pero escritos siempre en este orden. Para una correcta utilización de los nombres científicos debe hacerse siempre siguiendo unas normas ortográficas y tipográficas:

1. Los nombres científicos se deben escribir siempre en cursiva (o subrayados, si el texto es manuscrito). Por ejemplo: Treponema pallidum. Es incorrecto escribirlo en letra redonda (Treponema pallidum) o entrecomillado (“Treponema pallidum”).

2. El nombre genérico se escribe siempre con la inicial en mayúscula, pero el epíteto específico va en minúscula. Por ejemplo: Staphilococcus aureus. No sería correcto escribir staphilococcus aureus o Staphilococcus Aureus.


El sistema latino binominal se usa no únicamente para designar bacterias, sino para nombrar correctamente cualquier ser vivo. En este ejemplo vemos como se designa nuestra especie.
Consta de dos nombres: genérico y específico. El genérico debe ser escrito con la primera letra en mayúscula y el específico todo en minúsculas. Siempre deben ser escritos en letra cursiva

3. Si nos queremos referir a un género podemos usar solo el nombre genérico. Por ejemplo: “las bacterias del género Shigella son incapaces de fermentar la lactosa”.

Species plantarum, de Linneo
4. En cambio, si queremos referirnos a una especie, deberemos usar siempre forzosamente los dos términos. Si no hay peligro de confusión (por ejemplo, si ya hemos citado una vez el género con su nombre completo) podemos escribir el género abreviado, por comodidad, poniendo en general la inicial (mayúscula) seguida de un punto y a continuación el epíteto específico: “dentro del género Salmonella se engloban multitud de especies que toman su nombre de los lugares donde fueron aisladas por primera vez como S. arizonae, S. bongori, S. salame, y S. indica“. Hay que evitar sin embargo referirse a una especie mencionando solo su epíteto específico: “Las arizonae tomaron su nombre de Arizona”. En caso de que exista alguna posibilidad de confusión (dos géneros que comiencen con la misma letra) se permitirá la abreviatura con dos letras: la inicial mayúscula y la siguiente letra diferenciadora minúscula, seguidas de un punto. 

5. Los nombres científicos están formados siempre por palabras latinas o latinizadas, con independencia de su origen, y no deben modificarse según la lengua vulgar o la pronunciación. El nombre genérico es siempre un nominativo singular indeclinable, sea cual sea la función gramatical que desempeña en una frase. El epíteto específico, en cambio, puede ser un adjetivo, un sustantivo en genitivo o un atributo, y debe concordar siempre con el género gramatical latino - masculino, femenino o neutro - del nombre genérico. Es decir, no es correcto escribir Haemophilus influenza y Neisseria meningitis, sino que deben escribirse Haemophilus influenzae y Neisseria meningitidis.

6. En cuanto a la ortografía, hay que señalar que los nombres científicos sólo se pueden escribir con las letras del alfabeto latino, con la excepción de las letras k y w que pueden usarse en las palabras derivadas de apellidos que así lo requieran. Pero nunca se pueden usar otras letras, como las específicas de algunos idiomas. Nunca se podrá escribir la ñ castellana, como no se puede usar la griega π, la noruega ø, la islandesa þ o la rusa җ. Tampoco se usarán las letras dobles (como la æ, la œ o la ß).

7. Tampoco pueden usarse signos diacríticos de ningún tipo: tildes, diéresis, guiones, etc. 

8. En el caso que se tenga que precisar una subespecie, ésta se escribirá siempre en minúscula, detrás del epíteto específico, sin insertar ningún añadido del tipo «ssp».



Los nombres de las bacterias


(I): Como se escriben. 
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(II): Según su forma 
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(III): Según su color. 
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(IV): Donde y cómo crecen.
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(V): Nombres geográficos
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(VI): Nombres tomados de enfermedades
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(VII): Nombres de asociaciones http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-vii.html?spref=tw

(VIII): Homenaje a microbiólogos (1850-1885) 
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(IX): Otros apellidos de científicos del s. XIX (1885-1900) 
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(X): Apellidos de bacteriólogos (s. XX)
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(y XI): El inventor de los barcos de vapor 
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Bibliografía

Guelbenzu C. Nomenclatura de nombres científicos para traductores e intérpretes. Bootheando. https://www.bootheando.com/2010/12/16/nomenclatura-de-nombres-cientificos-para-traductores-e-interpretes/

Navarro F. Tricentenario linneano (III) El sistema latino binomial. Laboratorio del lenguaje. http://medicablogs.diariomedico.com/laboratorio/2007/06/13/tricentenario-linneano-el-sistema-latino-binominal/



miércoles, 15 de noviembre de 2017

Pieter de Hooch : El deber de una madre.








Pieter de Hooch

El deber de una madre 
(1660)
(Interior con una madre despiojando 
el cabello de su hijo)

Óleo sobre tela 52'5 x 61 cm
Rijksmuseum, Amsterdam






Pieter de Hooch (Rotterdam, 1629 - Amsterdam, 1684) fue un pintor holandés muy influido por Rembrandt y Vermeer. La mayoría de sus cuadros reflejan escenas de la vida doméstica en los Países Bajos de su tiempo, representando con precisión el contexto cultural y social. Sus protagonistas suelen ser mujeres, muchachas o madres en escenas de labores cotidianas. 

Este es el tema del cuadro: una madre inspecciona minuciosamente la cabeza de su hijo para quitarle los piojos. La escena se desarrolla en un sobrio interior de una casa holandesa de la ciudad de Delft. En las paredes pueden verse los típicos azulejos azules. También puede verse una cama de caja. En primer plano, a la derecha vemos un tipo de silla en la que se ponía un orinal para hacer las necesidades. A través de la puerta podemos entrever un cuarto trasero soleado que da paso al jardín. El pintor nos transporta así a una atmósfera intimista, fiel testimonio de la vida cotidiana holandesa en el s. XVII. 

Entre otras cosas, la actividad de buscar piojos en la cabeza de los niños debía ser una actividad muy habitual en aquel tiempo. El propio título del cuadro - que en la actualidad puede sorprendernos - da fe de era uno más de los deberes domésticos encomendados a las mujeres. Buena pruba de ello es que encontramos con cierta frecuencia cuadros coetáneos sobre el mismo tema como Buscando piojos, de Gerard ter Borch , o Vieja despiojando a un niño, de Murillo





Pieter de Hooch: 








Siguiendo las epidemias de cólera






Joseph Légaré 

Epidemia de cólera en Québec
(1832)

Óleo sobre lienzo
National Gallery of Canada. Ottawa



Un equipo internacional de investigadores ha podido reconstruir la historia de las grandes epidemias mundiales de cólera en los últimos 60 años, lo que probablemente posibilitará nuevas y más efectivas estrategias para luchar contra esta enfermedad. El análisis del genoma de más de 1.200 cepas de vibrión colérico (Vibrio cholerae), la bacteria productora de la infección, ha permitido demostrar por primera vez la relación entre las diferentes epidemias desde 1961, según dos estudios que han publicado hace pocos días en la revista Science (10 noviembre 2017). Los resultados obtenidos demuestran que la última pandemia de cólera fue de origen asiático y que la mayoría de las cepas resistentes a los antibióticos provienen de este continente. 


El cólera es una infección intestinal aguda que provoca diarreas graves, y que causa todavía grandes epidemias, como las que tuvieron lugar en Haití (2010) o la actual de Yemen. En 2016, la enfermedad afectaba a 38 países y causaba todavía unos 100.000 muertos al año. Siete grandes pandemias de cólera se han desencadenado en el mundo desde el principio del s. XIX, causando millones de víctimas. 
Grabado que representa a dos hombres llevando sus enseres
para ser quemados durante una epidemia de cólera en Hamburgo

Actualmente todavía vivimos los efectos de la séptima pandemia de cólera que se inició en 1961 y que ha afectado a África y América. Los investigadores han comprobado que el agente infeccioso se reintrodujo por lo menos once veces en el continente africano en 44 años, siempre procedente de Asia. 
Aspecto de un enfermo de cólera
El segundo estudio se concentró en América Latina, donde reapareció el cólera en 1991. Los investigadores han demostrado que el riesgo de epidemia varía según la cepa de la bacteria implicada. Así, las graves epidemias que afectaron a Perú (años 90) y Haití (2010) fueron provocadas por una cepa de origen asiático, mientras que algunos casos esporádicos de América Latina se debían a cepas autóctonas menos virulentas.




Explicamos el cólera 



martes, 14 de noviembre de 2017

Higia y la higiene







Gustav Klimt

Hygeia
(1901) 

Pintura mural
Hall de la Universidad de Viena  






Gustav Klimt (1862-1918) fue un pintor simbolista austríaco, uno de los máximos representantes del movimiento artístico de la Secession. En 1894 se le encargó pintar el techo del Gran Hall de la Universidad de Viena com pinturas alusivas a las diferentes disciplinas (Filosofía, Jurisprudencia, Medicina).  En las referentes a la Medicina (1901), Klimt destacó una gran pintura de Hygeia, como símbolo de la higiene, un concepto que había alcanzado un gran auge a finales del s. XIX. 

Entendemos por higiene el conjunto de medidas dirigidas a prevenir y a evitar las enfermedades. Se trata de una apuesta de salud pública que agrupa una serie de actuaciones diversas: limpieza, desinfección, conservación... que han estado históricamente vinculadas al proceso civilizador. En el s. XIX, época en la que se descubrieron muchos microorganismos productores de enfermedades se subrayó la gran importancia que tenía la higiene (tanto pública como personal) para evitar contraer enfermedades infecciosas. 



Estatua de Higia, en el museo de Cirene (Libia)


Etimológicamente, el término higiene deriva de Higia  (en griego  Υγεία Hygeía, ‘salud’). En la mitología griega, Hygia era hija de Asclepios, el dios de la medicina. 

Aunque tenemos referencias a Higia desde el s. VII a.C., su culto formal no fue instaurado hasta las epidemias que asolaron Atenas en 429 y 427 a.C. Sus templos principales estaban en Epidauro, Corinto, Cos y Pérgamo. Tras la epidemia de Roma (293 a.C.) se introdujo su culto en Roma, donde también se la conocía con el nombre de Salus. También ocasionó algunos sincretismos como el de la diosa salutífera galo-romana Sirona. 

P.P. Rubens: Hygeia. Detroit Institute of Arts. 

Se la solía representar como una mujer joven alimentando una gran serpiente enroscada en torno a su cuerpo. A veces, la serpiente bebía de una copa que portaba Higia. A veces era acompañada por su hermano, Telesforo, o de su hermana Panacea. Pausanias señaló que en el asclepión de Titane en Sición (fundado por  Alexanor, nieto de Asclepio) las estatuas de Higia se cubrían con cabellos de mujeres y prendas de vestir babilónicas. Según algunas inscripciones, estas mismas ofrendas eran realizadas en Paros.




Himno órfico a Higia 

Estatua de Higia. Museos Vaticanos. Roma. 

 

¡Oh deseable, amable, reina de innumerables moradas y de todos los hombres! óyeme, bienaventurada Higia, madre universal, que traes las riquezas, porque ahuyentas las enfermedades de los hombres, y merced a ti se regocijan todas las moradas. El Cosmos te desea por reina, y sólo Edes te persigue con su odio, oh eterna que alimentas las almas, siempre floreciente, reposo deseable de los mortales, pues sin ti, en efecto, resultan inútiles todos sus trabajos, no hay para ellos riquezas ni dulces uniones, y el hombre laborioso no llega a la vejez. Tú sola gobiernas todas las cosas y andas en todo. Ven ¡oh diosa! sé siempre benévola con los que enseñan tus misterios y líbranos de los tristes dolores de la enfermedad.

Hesíodo. Himnos órficos. Ed. Porrúa, México 1976 



Relieve representando a Higia con su padre Asclepios (Esculapio)