jueves, 15 de febrero de 2018

La monja de los lunares






Anónimo novohispano

Retrato de sor María de la Luz del Señor San Joaquín Miranda y Rato (detalle)
(1812)

Óleo sobre lienzo 93,7 x 68 cm. 
Procede del convento de San Lorenzo de México.
Museo Nacional del Virreinato INAH. México.



Esta pintura decimonónica de una monja mexicana llama la atención por dos motivos. El primero porque sorprende que una monja pose ante un pintor haciendo una manifiesta ostentación de sus joyas, en las que se aprecian gran número de brillantes, gemas y perlas. Probablemente, esta monja quería poner de manifiesto su pertenencia a un linaje noble, como también puede deducirse porque conservó su apellido (Miranda y Rato), cosa que no solía ser habitual en las religiosas. No tenemos datos sobre su familia, aunque sin duda pertenecía a la nobleza. Lo único que de ella sabemos es que entró en el convento de San Lorenzo a los 13 años y que profesó a los 16. 

El segundo motivo que llama la atención es por la gran profusión de nevus melanocíticos o lunares que destacan en la cara, de tez blanca y aporcelanada. Los lunares han tenido una valoración estética dispar en la cara, dependiendo entre otras cosas de su número y localización. 

Recordemos aquí la canción: 
"Este lunar que tienes,
cielito lindo, junto a la boca, 
No se lo des a nadie,
cielito lindo, que a mi me toca"

Rosalía de Castro
Esta es una valoración positiva, erótica, que identifica el nevus con un signo de belleza. 

Sin embargo no siempre es así. Los nevus faciales han dado lugar a tradiciones y supersticiones varias. La gran poetisa gallega Rosalía de Castro, en su obra Follas novas, lo recuerda: 


 Pero nena alunarada,  
¿sabes o qu'o refran di? 
qu'é en amores desdichada 
a que un lunar ten así. 
E tamen din qu'ó eres ti, 
a pesar d'as risadas 
d'os teus labios 
que non saben d'agravios. 

Además de los lunares, la monja mexicana presenta en los párpados unas pequeñas manchas amarillentas que podrían traducir la presencia de xantelasmas, pequeños depósitos de grasa, que a veces pueden hacer sospechar la existencia de una hipercolesterolemia. 


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