viernes, 26 de enero de 2018

Las escrófulas y la sangría






Daniel Niklaus Chodowieki 

Las escrófulas y la sangría

Grabado



Daniel Niklaus Chodowieki (1726-1801) fue un pintor y grabador de origen polaco. Nacido en una familia de hugonotes, Chodowieki se instaló en Berlin donde llegó a ser director de la Academia de las Artes de esta ciudad. Destacó en la realización de dibujos, grabados y aguafuertes, en los que representaba escenas costumbristas y las actividades de la burguesía de su tiempo, englobándose en el Zopfstil, un estilo a caballo entre el rococó y el clasicismo. 

En este grabado se muestran dos cirujanos en su trabajo. A la izquierda, sentado en una silla y de espaldas, uno de ellos está examinando las escrófulas de un niño, a la luz de un ventanal. Las escrófulas eran una forma de tuberculosis ganglionar, que se manifestaba por la aparición de lesiones abultadas en el cuello, que a veces podían supurar. Parece ser que el cirujano está disponiéndose a drenar el contenido de las escrófulas de su joven paciente. O al menos eso parece, a juzgar por el instrumental quirúrgico que ha dispuesto sobre la mesa: tijeras, pinzas, bisturí e incluso una sierra quirúrgica. 

Figura de cera representando un caso de escrófulas











En la parte de la derecha otro cirujano se dispone a efectuar una sangría a una mujer sentada en una silla. El cirujano empuña la lanceta con su mano derecha, ya dispuesto a la flebotomía. Con la otra mano sostiene el brazo de la paciente por debajo. La mujer misma aguanta la bacía bajo el brazo, recipiente en el que se va a recoger la sangre extraída. 

Vemos en esta estampa dos actividades médicas que debíasn ser muy  frecuentes en el s. XVIII. La práctica de la sangría era habitual y formaba parte de un gran número de tratamientos e incluso se hacía preventivamente. Su práctica estaba muy pautada y se solía realizar en determinados días. 

Cicatrices tras presentar escrófulas
(Gentileza del Dr X. Romaní. Hospital del Parc Taulí. Sabadell)
Por otro lado, la tuberculosis afectaba a mucha gente. Aunque las formas pulmonares eran las más frecuentes, también se veían casos de tuberculosis de la piel y sobre todo las formas con afectación ganglionar, a las que se llamaba escrófulas, escrofuloderma o lamparones. Se trataba de la afectación tuberculosa de los ganglios linfáticos, particularmente de aquellos ubicados a los lados del cuello y en especial, los situados bajo los ángulos de la mandíbula. La enfermedad producía una gran inflamación de la zona, que engrosaba considerablemente el cuello, dando como resultado un cuello de aspecto porcino de donde derivaba etimológicamente el nombre de escrófulas  (del latín scrofa, cerdo). Su incidencia debía ser muy alta ya que en determinados días se reunía un gran número de enfermos para celebrar el "toque real", ceremonia en la que los reyes de Francia e Inglaterra tocaban a estos enfermos, ya que existía la creencia de que estos monarcas podían curar a estos enfermos imponiéndoles las manos. Pero fuera de estas ceremonias, las escrófulas podían ser drenadas por un cirujano experimentado, como vemos en el grabado de Chodowieki. 


jueves, 25 de enero de 2018

Egipto: el instrumental quirúrgico más antiguo








Instrumental quirúrgico
(c. 2342 a 2322 a. C.

Cobre. Ajuar funerario de la mastaba de Qar. 
Museo Imhotep. Saqqara (Egipto)




El museo Imhotep en Saqqara abrió sus puertas en el año 2006. Era el proyecto de  Jean-Philippe Lauer (1902-2001) que durante 20 años luchó para que se llevara a cabo. Está dispuesto con criterios museísticos actuales y es un gusto pasear por entre sus vitrinas. Lleva el nombre de Imhotep, arquitecto y médico, tan vinculado a la construcción de la pirámide escalonada del rey Djoser, y de su espectacular complejo funerario.  

Aspecto de una de las salas del museo
En este museo, una de las vitrinas muestra los hallazgos realizados en el interior de la mastaba de Qar (o Kar) y en sus alrededores. Esta tumba está situada al oeste de la pirámide del faraón Unas, el último faraón de la V Dinastía (c. 2342 a 2322 a. C.). Durante unas labores de prospección dirigidas por el Consejo Superior de Antigüedades Egipcias en esta zona en octubre de 2001, aparecieron los restos de un pequeño complejo funerario consistente en una capilla, un patio abierto rodeado por un muro y una mastaba con un pozo y dos cámaras subterráneas, una de ellas excepcionalmente con el techo abovedado. Una estela de falsa puerta mostraba el nombre de Qar y el título de “Médico en jefe del palacio real”. El hallazgo de la tumba de un médico de tal importancia suscitó enseguida un gran interés. 
Ajuar funerario de Qar: Mesa de ofrenda de cerámica
pintada con los alimentos que se deben ofrecer

Junto al sarcófago de piedra calcárea con el nombre del difunto que contenía únicamente restos de huesos profanados, se hallaron unos 50 recipientes de cerámica con su nombre, y 37 instrumentos quirúrgicos, que constituye el instrumental de cirugía más antiguo de los que conocemos hasta la fecha. Los instrumentos son de cobre y pueden reconocerse algunos bisturís afilados, separadores y sondas. 

Ajuar funerario de Qar: Mesa de ofrendas en alabastro,
con el instrumental quirúrgico contiguo 
El ajuar funerario de Qar  consta también de cinco mesas de ofrendas circulares, cuatro de las cuales, únicas en su estilo, son de barro cocido y están decoradas con una gran variedad de alimentos pintados de vivos colores. La mayor de ellas es de alabastro y presenta una larga lista de textos jeroglíficos incisos en columnas mencionando las cantidades y el tipo de ofrendas a realizar. A ambos lados se hallan dos magníficas tabletas rectangulares de alabastro previstas para realizar las ofrendas de los siete óleos sagrados con sus correspondientes pequeñas cavidades contenedoras y sus siete nombres escritos en siete columnas de jeroglíficos. Completan este ajuar varios tipos de vasos, platos, jarras y soportes de cerámica hallados también en la tumba de Qar.

Detalle de algunos instrumentos
La colección de instrumental quirúrgico hallado en la tumba de Qar constituye sin duda alguna un hallazgo excepcional por su antigüedad. Asimismo atestigua la costumbre de enterrar a los médicos con su instrumental, como siguió haciéndose en otras culturas como por ejemplo la romana. 










domingo, 21 de enero de 2018

Después del espectáculo





Lita Cabellut

After the show
(2012) 

Técnica mixta
Exposición temporal. Fundación Vila Casas Barcelona




En una entrada anterior nos hemos referido a las impresionantes pinturas de Lita Cabellut (Barcelona 1961) una de las grandes artistas catalanas de renombre internacional que son motivo actualmente de una gran exposición antológica en la Fundación Vila Casas, de Barcelona. 

Las obras de Lita Cabellut tienen un lenguaje propio, hablan por sí solas en un lenguaje propio y singular. No es difícil descubrir quien es el artista que las hizo. Su personalidad arrebatadora la delata enseguida. La artista se erige como una gran figura del arte contemporáneo con unos marcados trazos expresionistas. 

Los temas existenciales, la atmósfera de angustia, los fuertes trazos negros y los colores violentos de sus retratos convierten a Cabellut en una continuadora del Goya de las Pinturas Negras y del expresionismo alemán de principios del siglo XX. Lita advierte en Goya su influencia más importante, y le celebra como “el maestro del compromiso y la preocupación por el ser humano”. Las contorsiones en los rostros que pinta la artista catalana nos recuerdan también a otro genio del género, Francis Bacon, de quien afirma que es: 
“el destructor de las cárceles subconscientes que exhibe sin tabús ni sentimentalismos todas esas imágenes que no queremos reconocer. Es el hiperrealista de lo que más nos preocupa, del desgarramiento y deformación de sentimientos, del dolor”

Cabellut ha mantenido abiertos los poros de sus lienzos a influencias al tiempo que ha ido desarrollando una técnica marca de la casa. Los cuadros de Lita son la piel del retratado, topografías del alma con todos sus accidentes.

Aportamos hoy uno de sus cuadros de grandes dimensiones, de la serie "After the show", en la que refleja de forma cruda y patente, sin paliativos, la tristeza y el vacío vital al que se enfrentan sus personajes después de una representación teatral o circense. La espectáculo ya acabado, el personaje de ficción se esfuma para dejar paso al actor, que vuelve a su existencia triste y gris, a enfrentarse con los problemas cotidianos que lo aquejaban y que, como temidos fantasmas regresan a su vida. Caen las lentejuelas y el maquillaje y al contemplarse en el espejo, el actor ve como la ficción alegre y festiva desaparece para volver a presentar la realidad, fría, sórdida, desesperanzada y cruel. 





Lita sabe como nadie presentarnos esta desabrida situación. Su vida no siempre fue serena, la pintora creció en un ambiente humilde aprendiendo en la escuela de la calle, en un barrio duro como el Raval de Barcelona. Conoce en primera persona lo que se siente al regresar al mundo real tras la breve ficción de un escenario. 

El clown ha terminado su trabajo. Todavía vestido de payaso, con el maquillaje corrido, se observa, serio y taciturno en el espejo del camarín. La angustia se percibe en su mirada, una mirada de perro apaleado. Y en su ojo derecho, el rastro de un traumatismo de incierta procedencia, tal vez consecuencia de una pelea o de un mal trato. En todo caso, la sombra de una tragedia cotidiana, muy lejos de la risa y del desparpajo que se ve obligado a mostrar cuando actúa. El párpado aparece hinchado, con el borde càrdeno y una cierta ptosis palpebral. En el ojo derecho, se vislumbran unas sobreelevaciones amarillentas que tal vez pudieran ser xantelasmas.  

La sensación de angustia se contagia en cualquier caso al espectador. Una sensación de acorralamiento, de amargura, de impotencia, que nos atenaza la garganta. Lita Cabellut nos ha transmitido con esta imagen lo que Unamuno llamaría "El sentimiento trágico de la vida". En la existencia de los payasos - como en la de todo ser humano - hay mucha más tragedia que comedia. 


Ríe, payaso (Vesti la giubba) Luciano Pavarotti




Recitar! Mentre preso dal delirio,
non so più quel che dico,
e quel che faccio!
Eppur è d'uopo, sforzati!
Bah! Sei tu forse un uom?
Tu se' Pagliaccio!

Vesti la giubba e la faccia infarina.
La gente paga, e rider vuole qua.
E se Arlecchin t'invola Colombina,
ridi, Pagliaccio, e ognun applaudirà!
Tramuta in lazzi lo spasmo ed il pianto
in una smorfia il singhiozzo e 'l dolor, Ah!

Ridi, Pagliaccio,
sul tuo amore infranto!
Ridi del duol, che t'avvelena il cor!
Actuar! Mientras estoy preso del delirio,
ya no sé lo que digo
ni lo que hago!
Pero es necesario… Esfuérzate!
Bah! Te crees que eres un hombre?
Tu eres un payaso!

Ponte el vestido y empolva tu cara.
La gente paga y aquí quiere reír.
I si Arlequín te quita a Colombina,
ríe, Payaso, y todos te aplaudirán!
Transforma en bromas la angustia y el llanto
en una mueca los gemidos y el dolor, ah!

Ríe, Payaso,
sobre tu amor destrozado!
Ríete del dolor que te envenena el corazón!