viernes, 11 de mayo de 2018

Rapunzel (y IV): Bezoar, de antídoto a joya


















Piedra de bezoar
(s. XVI-XVII)

Bezoar en su estuche de filigrana de plata
Procedente de la India 
Museo de las Civilizaciones asiáticas Singapur 




En entradas anteriores hemos realizado algunos comentarios sobre el cuento de Rapunzel, de los hermanos Grimm, algunos de sus simbolismos e incluso, la enfermedad a la que ha dado nombre, el síndrome de Rapunzel. Sobre este último aspecto, señalábamos que se trataba de un tricobezoar con una larga cola que recordaba las largas trenzas de la protagonista del cuento. 




Bezoares en el Museo Alemán de Farmacia. Castillo de Heildelberg


Pero si el tricobezoar es un bezoar constituído fundamentalmente por acúmulos de cabellos, hoy nos centraremos en el concepto mismo de bezoar (con o sin cola), nombre que se da a la acumulación de alguna sustancia no digerible, capaz de formar masas de volumen variable, y que puede encontrarse no solamente en humanos sino también en animales (vacas, cabras, ciervos...). En el caso concreto de que sea de pelos se llama tricobezoar (como es el caso del síndrome de Rapunzel, a consecuencia de tricofagia o manía de tragar cabellos) pero puede ser también por acúmulos de hierba mal digerida, pequeñas piedras u otras sustancias que no pueden ser digeridas.  

Lo primero que nos sorprende es la palabra, que suena bastante extraña. Bezoar no es una palabra de raíz griega ni latina, como son en su mayoría, los términos científicos ; ni tampoco parece que derive del inglés, como la mayoría de neologismos médicos. Ha llegado hasta nosotros a través de los grandes médicos medievales de Al-Andalus, en el sur de la península Ibérica, que usaban la voz árabe andalusí bazáhr, que a su vez procedía del persa pâdzahr (پادزهر de pâd, expulsar + zahr, veneno). El motivo de este curioso nombre era que las bolas de bezoar de origen animal eran conservadas, creyendo que podían servir de antídotos en caso de envenenamiento. 

Los acúmulos de sustancias indigeribles se llegan a petrificar. Se obtenían así las piedras de bezoar, sobre todo a partir del estómago de las cabras (en estos mamíferos el bezoar gástrico es un fenómeno frecuente). Las piedras de bezoar se conocían desde el s. III-II a.C. En la Edad Media (s. XI-XII), se les atribuyeron propiedades medicinales y fueron empleadas para tratar enfermedades como la epilepsia, la disentería, la peste y la lepra. Anselm Boetius de Boodt (1550–1632) las incluyó en su obra Gemmarum et Lapidum Historia (History of Gems and Stones, 1609) una obra de gran importancia en la historia de la toxicología. La creencia en las virtudes de la piedra bezoar se prolongó hasta el siglo XVIII, ya que se expendían bolas de bezoar en las boticas, por las que se pagaba un elevado precio (más que el oro).



"Copas de Veneno" de oro con un pincho en su fondo, en el que se ensartaba un bezoar para evitar envenenamientos. Procedentes del galeón Nuestra Señora de Atocha
Mel Ficher's Museum. 



Los reyes y los príncipes tenían costumbre de prevenir los posibles envenenamientos de la comida. Por eso se realizaba una práctica conocida como "hacer la salva", que  consistía en que un sirviente probara primero la comida que se le servía al rey. La salva o salvilla era una pieza de oro o plata, sobre la que se servía la copa y la comida al rey. Asociada a esta practica se encontraba también en las mesas reales una piedra bezoar como antídoto, por si se producía el envenenamiento. En el Kunsthistorische Museum de Viena se conserva un ejemplar usado por los monarcas Habsburgo hispánicos. La función apotropaica y protectora de las piedras de bezoar hizo que se engarzaran gran número de estas piezas en joyas ornamentales. Tanto fue así, qiue las piedras de bezoar pasaron a considerarse piedras semipreciosas e incluso una de estas "gemas" formó parte de la corona de la reina Isabel I. 


Jan Vermeyen: Copa cubierta realizada
con una piedra de bezoar (c. 1600) 
Hasta bien entrada la modernidad se siguió creyendo en las capacidades como antídoto de los bezoares, que alcanzaron precios astronómicos (eran más caros que su mismo peso en oro). Incluso hubo quien intentó hacerse un preventivo más barato a base de tragar su propio pelo, provocándose así un síndrome de Rapunzel: La tricofagia como antídoto. 

Encontramos algunas referencias literarias sobre esta creencia. En el libro de Oscar Wilde El retrato de Dorian Gray se hace referencia a un bezoar proveniente de un ciervo de Arabia del que se dice que puede curar la peste. Una referencia más moderna es la de Harry Potter (J.K. Rowling) donde aparece citado el bezoar de cabra como cura de veneno en diversas ocasiones (Harry Potter y la piedra filosofal; Harry Potter y el misterio del príncipe; Harry Potter y el cáliz de fuego). 


Piedra de bezoar montada en una base de oro y
esmeraldas. Kunsthistorische Museum. Viena.

¿En qué se basaba la creencia de que el bezoar era un antídoto? ¿Era un mera leyenda sin fundamento? Tal vez. Aunque algunos estudios sobre este tema han obtenido resultados inesperados. Los profesores  Gustaf Arrhenius y Andrew A. Benson (Instituto de Oceanografía de la Universidad de California den San Diego, California) han demostrado que una piedra bezoar, inmersa en un líquido que contenga arsénico puede eliminar en una gran parte dicho veneno. El arsénico disuelto se intercambia por el mineral de fosfato, una estructura cristalina que se encuentra en las piedras. El arsénico, uno de los venenos más habitualmente utilizado, se degrada por el pelo, componente clave de los bezoares. 

Lo más curioso de la historia del bezoar es que siendo como es el resultado de una enfermedad, se creía que tenía el poder de curar enfermedades. 


Bibliografía

Benson, Andrew A. 1980 “The Ocean has its Bezoar Too.” In Aquaculture: Public Health, Regulatory, and Management Aspects. Proceedings of the 6th U.S. Food and Drug Administration Science Symposium on Aquaculture, February 11-14, 1980. New Orleans, pp 63-70, Marine Information Service. Sea Grant College Program. Texas A&M University College Station, Texas 1982. 

Corey Malcolm. The Navigator: Newsletter of the Mel Fisher Maritime Heritage Society. Vol. 13 No. 6, June 1998 http://www.melfisher.org/pdf/Bezoar_Stones.pdf


jueves, 10 de mayo de 2018

Rapunzel (III): el síndrome







Carlos Zerpa

Sopa de pelos
(2006)

Instalación de arte objetual 



Carlos Zerpa es un artista contemporáneo venezolano que ha realizado desde 1974 diversas instalaciones de arte conceptual. A partir de 1984 se dedica a la fabricación de objetos con un significado determinado. En esta obra, titulada "Sopa de pelos" la evidencia irónica es evidente. El artista juega con la clásica protesta por encontrar un pelo en la sopa y monta una provocativa imagen de una sopa constituída exclusivamente por pelos. Zerpa consigue así una sensación de repugnancia y rechazo casi instintiva en quien ve su obra. El propósito es claro: la misión de toda obra es la de despertar alguna sensación -ya sea positiva o negativa- en el espectador. Si este diálogo entre el autor y el público se consigue, en cierto modo el objetivo se ha cumplido.  

Aunque por repulsiva que nos parezca esta idea, en la vida normal hay personas que "comen pelos". Se trata de un transtorno mental que se conoce como tricofagia. Etimológicamente, este nombre deriva del griego: τριχοφαγία, de τρίχα (tricha) "pelo" y φάγειν, (phagein) "comer". Esta patología se describió por primera vez en 1889, pero hasta 1987 comerse el cabello no fue reconocido como un transtorno psiquiátrico. La tricofagia es una afección poco frecuente: se estima que padecen este síndrome entre el 0,6 y el 1,6% de la población.


François Henri Hallopeau (1842-1919)
La tricofagia suele acompañar a otro transtorno: la tricotilomanía, que es el hábito irresistible de arrancarse sistemáticamente el cabello o el vello de distintas zonas corporales. Esta denominación fue propuesta por el dermatólogo francés François Henri Hallopeau en 1889 a partir de las voces griegas θρίξ, τρίχος, (zríx, trijos): cabello, τίλλω, (tíl-lō): depilar y μανία (manía): manía. Se trata de un transtorno compulsivo de la conducta indicativo de depresión o ansiedad. Enredar el cabello entre los dedos, tirar de él y arrancarlo es, para algunas personas, una especie de tic que les alivia la ansiedad. Algo parecido a comerse las uñas o rascarse compulsivamente. Aparecen así en el cuero cabelludo algunas áreas con pocos pelos o donde el pelo aparece cortado o segado de forma característica.  

Pero arrancarse los pelos no siempre se acompaña de tricofagia, sino que solamente en un 30% de los casos de tricotilomanía el cabello se ingiere posteriormente. Se ha observado tricofagia en niños sometidos a tensión elevada como en algunos casos de maltrato o de abusos sexuales.  


La obsesión patológica de comer el propio cabello trae como consecuencia la formación de un tricobezoar, una bola de pelo que puede causar la obstrucción del intestino. Como el pelo no puede ser digerido, se acumula junto con restos de comida y fluidos corporales hasta formar una especie de ovillo. El cabello, al no poder ser digerido por la queratina que posee, se va acumulando poco a poco junto con restos de comida y fluidos corporales hasta formar un apelotonamiento, que poco a poco se va adaptando a la forma del estómago. A veces, estas pelotas de pelo llevan además una extensa cola que se alarga por el intestino. Estas largas prolongaciones recuerdan los cabellos de Rapunzel, la chica de larguísimas trenzas que inmortalizaron en un cuento de hadas los hermanos Grimm. Esta similitud motivó que el cirujano Vaughan ED Jr propusiera la denominación de síndrome de Rapunzel en 1968.  


Imagen de un tricobezoar con una larga cola (síndrome de Rapunzel)
National Museum of Health and Medicine
http://www.medicalmuseum.mil/index.cfm?p=exhibits.virtual.hairball.index


Los síntomas clínicos que permiten alertar de esta situación son dolor abdominal, náuseas, pérdida del apetito, tensión abdominal, vómitos, pérdida de peso, sangrado o perforación intestinal. 

La confirmación diagnóstica puede realizarse en la mayor parte de los casos mediante un simple escaneo o por exploración con ultrasonidos de la zona. Estas técnicas permiten detectar las bolas de pelo en el aparato digestivo y diferenciarlo de un tumor gástrico.  

Para solucionar el problema, el paciente suele ser intervenido quirúrgicamente con el fin de extraer los tricobezoares. Dependiendo del tamaño, el cirujano realiza una laparoscopia, endoscopia o, en los casos más severos, una cirugía abierta. 


Tricobezoar recientemente extirpado en la India. Al apelotonamiento que puede 
observarse en la foto, seguía una larga cola de un metro de longitud (s. de Rapunzel) 

Hace poco, en la India, una joven de 20 años ha tenido que ser sometida a una intervención quirúrgica para que le extirpasen un tricobezoar de 750 gramos, de 25 centímetros de largo y unos 12 centímetros de ancho (en la parte con forma de estómago, como se ve en la imagen), mientras que presentaba una “cola” de más de un metro de longitud. La joven llevaba tiempo tragándose su propio cabello, hasta el punto de que cerró completamente el estómago, impidiendo que cualquier alimento llegase al mismo, por lo que sufría pérdida de apetito, constantes vómitos y experimentó una pérdida de peso considerable, hasta el punto de pesar solamente 30 kg.

Tras la cirugía, los pacientes deben ser derivados a una consulta psiquiátrica para que se intente modificar su comportamiento, cosa que no siempre es fácil de conseguir. A pesar de su nombre de cuento de hadas, el síndrome de Rapunzel muchas veces dista mucho del final feliz de algunos almibarados cuentos. 

En otra entrada comentaremos algunos aspectos sorprendentes y probablemente insospechados de los bezoares y de algunas repercusiones culturales de los mismos. 


Síndrome de Rapunzel 





Bibliografía 


Bezoars and Foreign Bodies, The Merck Manual of Medical Information – 2º Home Add 
http://www.merckmanuals.com/professional/gastrointestinal-disorders/bezoars-and-foreign-bodies/bezoars 

Chamberlain SR, Menzies L, Sahakian BJ, Fineberg NA. Untreated tricotillomania and trichophagia: surgical emergency in a teenage girl  Am J Psychiatry164 (4): 568–74, 2007

Tilles G, Wallach D. François Henri Hallopeau (1842–1919). Annales de Dermatologie et de Vénérologie128 (12): 1379. 2001

Vaughan ED Jr, Sawyers JL, Scott HW Jr: The Rapunzel syndrome. An unusual complication of intestinal bezoar. Surgery 63:339-343, 1968

Ventura DE, Herbella FA, Schettini ST, Delmonte C. Rapunzel syndrome with a fatal outcome in a neglected child». J. Pediatr. Surg. 40 (10): 1665-7, 2005



miércoles, 9 de mayo de 2018

Rapunzel (II): el símbolo







John Everett Millais

La dama de honor
(1851)

Óleo sobre tabla 279 x 203 mm
The Fitzwilliam Museum. Cambridge 



En una entrada anterior comentaba el argumento del cuento de Rapunzel, de los hermanos Grimm. La joven cuya cabellera era tan larga que servía de escalera a su enamorado, para poder llegar hasta su lado. 


Alphonse Mucha: Flores. 
Ante todo, cabe recordar que el cuento de los hermanos Grimm, escrito en 1812, no es del todo original, ya que tiene sorprendentes similitudes con el cuento persa Rudāba, incluido en el Shahnameh, poema épico de Ferdowsi, en el que también sus trenzas servían de ayuda para que Zal , su pretendiente llegara hasta ella. También otras leyendas como la historia de Santa Bárbara, encerrada en una torre por su padre, tienen paralelismos destacados.

Los mitos tenían la misión de dar una explicación del mundo. Por eso a los dioses y héroes clásicos les pasaban cosas terribles (incestos, asesinatos, violaciones, suplicios inhumanos...) Todo lo que pasaba en la mitología podía pasar también en el mundo real. Los cuentos infantiles, bajo su apariencia inofensiva también cumplen en cierto modo esa función, están llenos de símbolos y sucesos terribles (Caperucita es violada por el lobo, la madrastra intenta asesinar a Blancanieves, Hansel y Gretel son sometidos a un infame cautiverio...) La diferencia entre el mundo de los cuentos y la mitología es que mientras los mitos son más explícitos y los personajes están conectados entre sí por lazos familiares en una trama en forma de red, los cuentos están más disimulados con eufemismos y son independientes entre sí (Nadie sabe quien es la tía de los tres cerditos, o la prima de la Cenicienta, por ejemplo). Pero tanto los mitos como los cuentos están llenos de símbolos, ejemplos y advertencias para la vida cotidiana.  

El cuento de Rapunzel pone en valor la cabellera femenina, que se presenta como un objeto erótico, como el máximo atractivo femenino. El pelo largo simboliza la belleza, la sensualidad y la seducción

Si a esto añadimos la dificultad para llegar a la inaccesible torre, podemos considerar que el cabello puede revestir aquí el símbolo de la virginidad. En este sentido podemos recordar imágenes como la Dama de Honor de Everett Millais (el cuadro que encabeza esta entrada). En él, una joven Dama de Honor de una novia aparece totalmente rodeada de una abundante cabellera rubia. La identificación del cabello largo y virginidad está muy presente en el imaginario colectivo. Recordemos que muchas chicas dejaban (o dejan) el cabello largo antes de la boda, pero solían cortárselo tras el matrimonio. Lo mismo sucede cuando alguien se consagraba a la divinidad


Sandro Botticelli: El nacimiento de Venus (Galleria degli Uffizzi, Florencia) 


No hay que olvidar el recurso -muy recurrente- de que la cabellera sirva púdicamente para ocultar o disimular las partes íntimas. Tal vez el caso más paradigmático sea El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli, aunque hay numerosos ejemplos desde la antigüedad clásica y en numerosas representaciones de Adán y Eva. 




Everett Millais: Ofelia























Pero el cabello tiene un significado polisémico. Por un lado, como vemos, simboliza la virginidad o la sensualidad, pero también puede ser entendido como un símbolo de fertilidad. Tal vez tenga que ver con la cabellera-vegetación, el cabello asociado a la idea de proliferación vegetal, idea que podemos ver por ejemplo en obras como la Ofelia de Everett Millais, con los cabellos confundidos entre las aguas del río; L'appel de la nuit de Paul Delvaux, en la que la cabellera se confunde con las ramas frondosas de un árbol; en el mito de Dafne, cuyos cabellos se transforman en un laurel o en algunas obras de Alphonse Mucha, donde las abigarradas melenas se convierten en opulentos ramos de flores.

Paul Delvaux: L'appel de la nuit (1938) National Gallery of Scotland.


En el México precolombino el crecimiento del pelo se identificaba con la caña del maíz. Durante la fiesta de la siembra de este cereal, en honor a Xipetotec, las mujeres bailaban con los cabellos libres para que la planta creciera hasta la altura de los danzantes. Rituales parecidos tenían lugar en Perú y Bolivia, donde las mujeres agitaban sus cabelleras durante la danza, para que las mazorcas crecieran el grano fuera abundante y el pueblo viviera en la prosperidad.  En Sumatra las mujeres deshacían sus trenzas cuando sembraban el arroz. Hay pues una identificación universal de los cabellos con la fecundidad de la tierra, las lluvias (o las inundaciones) y la prosperidad de las cosechas. 

El cabello tiene pues un simbolismo importantísimo y lo encontramos en mitos de la creación del mundo (Siva); en leyendas sobre fuerzas sobrehumanas (Sansón), a los de la vida eterna (Menorca talaiótica); rituales de duelo (Egipto, Europa medieval)  o en mitos de significado apotropaico (Medusa). 

Por otra parte la importancia concedida a la cabellera femenina como símbolo erótico ha propiciado las costumbres de determinados  pueblos sobre el velo. Aunque de eso ya hablaremos con mayor extensión otro día. 

martes, 8 de mayo de 2018

Rapunzel (I): el cuento





Walter Crane

Rapunzel
(1886)

Grabado
Ilustración en la versión inglesa de los Cuentos de los hermanos Grimm 
Metropolitan Museum. New York



Walter Crane (1845-1915) fue un ilustrador de libros inglés. Está considerado como uno de los creadores de libros infantiles más influyentes, y uno de los más prolíficos de su generación. Su estilo artístico estuvo influído por los prerafaelistas, el modernismo y el japonesismo.

La ilustración que aportamos hoy es de la versión inglesa de los Cuentos de los hermanos Grimm.  Concretamente la que ilustraba el cuento de Rapunzel, un cuento que es el paradigma de la belleza del cabello femenino, rico en simbolismo y que como veremos incluso ha dado nombre a una enfermedad.


Primera página de la versión inglesa de los cuentos de los
hermanos Grimm ilustrada por Walter Crane
En el grabado se representa el momento en el que el príncipe dice: 
"Rapunzel, Rapunzel, deja tu pelo caer..."
Se trata de una de las narraciones de este libro, que relata el cuento de Rapunzel, cuyo argumento vamos a recordar. 

Una campesina estaba embarazada y tuvo un antojo: quería unas flores que crecían en el jardín de una bruja vecina. Rapunzel es la palabra alemana con la que se designa el rapónchigo o ruiponce (Campanula rapunculus), una planta silvestre usada como cicatrizante y cuya raíz, en forma de nabo, es comestible. Este era el antojo de la campesina y su marido para complacerla fue a buscar las flores. Pero la bruja Gothel lo descubre entrando en su jardín y le acusa de robo. Al final lo deja ir, pero con la condición que cuando nazca la niña se la tienen que entregar a ella. El labriego, asustado, accede. 


Flor del rapónchigo o ruiponce, Rapunzel en alemán (Campanula rapunculus)

Cuando nace la niña, la bruja se la lleva y le pone por nombre Rapunzel, en memoria de las flores robadas por su padre. Durante su infancia, la muchacha nunca se corta el cabello y tiene una larguísima y rubia melena. El día que la niña cumple 12 años la bruja la encierra en una torre sin puerta de entrada. Cada día, la hechicera le va a llevar la comida y para ello le pide que deje colgar su cabellera por la ventana. La bruja trepa por ella hasta la ventana y le entrega la cesta con los alimentos.  

Un día el príncipe, el hijo del rey, oye a Rapunzel cantando en la torre, pero la torre no tiene ninguna puerta. Como no encuentra el modo de entrar, decide volver cada día para oír su bella voz. Un día ve como llega la bruja y cómo sube hasta la torre. 

Cuando la bruja se fue, el príncipe se acercó a la torre y dijo: 
«Rapunzel, Rapunzel, deja tu pelo caer, así puedo trepar la escalera dorada». 
Así consiguió subir hasta ella. El príncipe, quedó prendado de la belleza y dulzura de la joven y vuelve cada día. Hasta que un día deciden casarse. 




Pero primero, era necesario sacar a Rapunzel de la torre. El príncipe llevaba cada día un ovillo de seda y Rapunzel lo tejía formando una cuerda para poder bajar de la torre y fugarse. Pero la bruja, descubrió la estratagema, le cortó el pelo y la abandonó en medio de un pantano. 

Cuando el príncipe llegó a la noche siguiente, la bruja había dejado las trenzas cortadas de Rapunzel colgando hasta el suelo. Cuando el príncipe trepó por ellas, se encontró con la bruja en la torre, que le dijo que jamás volverá a ver a Rapunzel. Él, desesperado, cayó de la torre sobre unos zarzales que crecían al pie de la misma, y se quedó ciego. Ya no podrá volver a ver jamás a la joven y decide no volver más. 

Pero al cabo de pocos días, el príncipe se acercó al pantano, y encontró a Rapunzel.  Rapunzel, al verlo ciego, se puso a llorar triste y frustrada de dolor. Tanto lloraba que sus lágrimas mojaron los ojos del apuesto príncipe y milagrosamente él recuperó la vista. Entonces, finalmente, el príncipe y Rapunzel se casaron y fueron felices para siempre.


*   *   *

En otra entrada del blog comentaremos el profundo simbolismo de este cuento y como el nombre de Rapunzel se ha usado para designar a una determinada patología.